El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
El bisfenol A modifica químicamente algunos genes importantes
Desde hace varios años, la comunidad médica y científica debate sobre si el llamado bisfenol A (BFA) es tóxico para el ser humano. Esta sustancia nos ha acompañado desde 1891, cuando fue producida por primera vez por el químico ruso Alexandr Dianin, haciendo reaccionar acetona con fenol.
Inicialmente el BFA no suscitó demasiadas emociones, pero al principio de los años 30 del siglo pasado, justo cuando el mundo sufría otra terrible crisis económica, un químico, británico esta vez, descubrió que el BFA poseía propiedades estrogénicas. Por esta razón, se comenzó a fabricar y utilizar esta sustancia con dos objetivos fundamentales: engorde de vacas y pollos y como sustituto de estrógenos para las mujeres (de las que desconozco si también engordaba como a vacas).
¿ÚTIL, PERO TÓXICO?
Afortunadamente, el BFA pronto dejó de usarse como sustituto estrogénico, al ser sustituido por otras sustancias más eficaces. Esta sustancia cayó en desuso hasta que, en la década de los años 50, se descubrió que podía ser usada para fabricar policarbonato –el plástico de muchas botellas de agua mineral y vasos transparentes– y resinas epoxi – que se usan como pegamento –.
Las propiedades del policarbonato pronto fueron apreciadas para fabricar muchas otras cosas, que incluyen equipamiento deportivo, instrumental médico y dental, CDs y DVDs, y papel térmico para las impresoras como, por ejemplo, algunas que imprimen los recibos de nuestras compras en los comercios. En la actualidad se utilizan 3,6 millones de toneladas de BFA cada año para manufacturar estos y otros productos. Evidentemente, con este grado de producción todos estamos expuestos a un mayor o menor nivel de BFA, sin que seamos conscientes de ello. De hecho, estos niveles parecen estar aumentando, ya que los niños muestran mayores niveles de BFA en la orina que los adultos.
Se han llevado a cabo varios estudios para intentar averiguar si, debido a su acción hormonal estrogénica, la exposición a esta sustancia podría causar problemas de salud. En uno de ellos, mayores niveles de BFA en la orina se han visto asociados a problemas de comportamiento en niñas menores de cuatro años de edad. Igualmente, los niveles de BFA en la orina se han visto asociados al desarrollo de obesidad en un amplio estudio realizado en China. Asociación no significa causalidad, pero los datos son preocupantes.
La preocupación aumenta cuando analizamos lo que nos revelan estudios adicionales. La exposición de animales de laboratorio durante su infancia a dosis de BFA similares a las que podemos estar expuestos cada día causan una diversidad de anomalías, entre las que se encuentra una disminución de la fertilidad y de la fecundidad de las hembras. Por otra parte, también se han descrito anomalías en el sistema inmune y en el desarrollo cerebral.
TOXICIDAD Y GENES
El proceso por el cual el BFA ejerce todos estos efectos no se conoce bien. Además de sus efectos hormonales, es posible que esta sustancia pueda actuar de otras formas. De hecho, su estructura y reactividad sugieren que podría modificar químicamente a algunos genes. Esto no afectaría a la genética, es decir, a la información contenida en los genes, pero sí afectaría a la epigenética, o sea, a las modificaciones químicas que modulan su funcionamiento. ¿Es esto posible?
Para averiguarlo, investigadores de varias universidades estadounidenses han enfocado sus esfuerzos en el estudio del gen Kcc2. Este gen produce una proteína que se localiza en la membrana de las neuronas y controla el paso de iones (átomos con carga eléctrica) de cloro a través de la misma. El paso correcto de iones entre las dos caras de la membrana neuronal es fundamental para controlar la actividad de las neuronas y la manera en que estas responden a las señales que reciben. El gen Kcc2 se encarga de mantener una baja concentración de iones cloro en el interior de las neuronas adultas, lo cual es muy importante para protegerlas de una sobre excitación.
Sin embargo, durante el desarrollo embrionario, el gen Kcc2 no funciona y las neuronas contienen elevadas concentraciones de iones cloro, necesarias para su correcto posicionamiento en el cerebro en formación y para el establecimiento de conexiones adecuadas entre ellas. Tras el nacimiento, el gen Kcc2 aumenta su funcionamiento y comienza a extraer iones cloro del interior de las neuronas, en un proceso llamado intercambio de cloro. Este proceso es fundamental para asegurar el buen funcionamiento del cerebro tras el nacimiento, precisamente cuando más necesitamos comenzar a usarlo.
En sus estudios, publicados en la revista Proceedings, los investigadores demuestran que la exposición de neuronas jóvenes de ratón, de rata, o humanas a BFA causa una disminución significativa del funcionamiento del gen Kcc2, lo que afecta la cantidad de iones cloro en su interior. Los investigadores demuestran que esta disminución se debe a una modificación química de las regiones del ADN que controlan el funcionamiento de este gen. Curiosamente, este efecto es más pronunciado en neuronas procedentes de hembras, lo que tal vez tenga que ver con la acción estrogénica del BFA, que puede afectar a este nuevo proceso químico.
Algunos países, como Canadá, han declarado al BFA como sustancia tóxica y han prohibido su uso. Es de esperar que estos nuevos datos ayuden a que otros países, entre ellos los de la Unión Europea, tomen una decisión similar, si se lo permiten los intereses comerciales que probablemente dificultan las decisiones que deben tomarse para proteger la salud de la ciudadanía.
OBRAS DE JORGE LABORDA.
Una Luna, una civilización. Por qué la Luna nos dice que estamos solos en el Universo
One Moon one civilization why the Moon tells us we are alone in the universe
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