El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
Las nuevas tecnologías de la genómica permiten hoy secuenciar con relativa facilidad el ADN extraído de pollos procedentes de todas las partes del mundo, comparar las secuencias entre sí, y elaborar un árbol genealógico que revelará las migraciones humanas. Para ello, se suele emplear el ADN de la mitocondria, el orgánulo responsable de la generación de energía en la célula. La mitocondria proviene de un antiquísimo ancestro celular que entró en simbiosis con otra célula. Como tal ancestro independiente que fue, la mitocondria mantiene su propio genoma que, aunque es mucho menor que el genoma del resto de la célula, muta y evoluciona como el de los demás organismos. Esta evolución es lo que permite seguir los cambios migratorios.
¿Descubrimiento por el sur?
El origen del pollo sudamericano era, por tanto, un misterio cuya resolución aportaría importante información acerca de las migraciones humanas al continente americano. En principio, el pollo de Sudamérica parecía no provenir del europeo, ya que cuando los Conquistadores conquistaron Perú, los Incas ya se alimentaban con pollos domésticos que, en consecuencia, debían provenir de otra parte del mundo y haber llegado a dicho continente antes que los europeos. ¿Cuál podía ser entonces su origen?
El descubrimiento de un yacimiento arqueológico en Chile que data de alrededor del año 1400 y que contenía restos de pollo en buen estado, permitió extraer y analizar ADN de dichos restos. La comparación de la secuencia de ADN mitocondrial de estos con secuencias procedentes de pollos de otras partes del mundo indicó que el pollo sudamericano provenía probablemente de la Polinesia. Esto implicaba que América había sido “descubierta” por los polinesios por el sur, probablemente más de un siglo antes de que los españoles la “descubrieran”, y trajeran y montaran sus pollos, por el norte. Corría el año 2007 y, por fin, este gallináceo misterio parecía haber sido resuelto.
La tecnología de secuenciación y análisis de ADN ha llegado a ser tan poderosa estos últimos años que, espoleados por los datos anteriores, investigadores australianos y del Reino Unido abordaron la elaboración de un mapa de la colonización humana de las islas del Pacífico mediante el estudio de la genealogía del pollo. La colonización del Pacífico por el ser humano es, sin duda, una de las hazañas más impresionantes de la Humanidad, iniciada hace unos 3.250 años por el pueblo Lapita, originario del archipiélago Bismark, al noreste de la isla de Nueva Guinea.
Molestas contaminaciones
Los investigadores secuencian ADN mitocondrial de 122 especímenes de pollos modernos y de 22 especímenes de pollos antiguos de la Polinesia y las islas del Pacífico y obtienen y analizan sus datos con nuevos procedimientos de laboratorio, y nuevos métodos analíticos y estadísticos. Con estos datos, son capaces de elaborar un mapa que indica el posible orden cronológico y geográfico en el que las islas del Pacífico fueron colonizadas. Sin embargo, la sorpresa surge cuando, en sus estudios, los investigadores no hallan ahora relación genética alguna entre el pollo sudamericano y el polinesio. ¿Cuál puede ser la razón para esta discrepancia con los estudios anteriores?
Y bien, por extraordinario que pueda parecer, los investigadores cuentan con razones sólidas para creer que la relación genética encontrada anteriormente es falsa debido a la contaminación de los reactivos y materiales de laboratorio utilizados en esos estudios con ADN de pollos modernos. Estos materiales y reactivos son fabricados por compañías cuyos trabajadores, sin duda, comen pollo y pueden transferir restos de estos a los productos que fabrican. Una minúscula traza de ADN externo es suficiente para estropearlo todo. El empleo de numerosas precauciones y nuevos métodos en este último estudio neutraliza esta contaminación y revela ahora que, muy probablemente, los pollos polinesios nunca alcanzaron América del Sur, lo que implica que la hazaña colonizadora de ese pueblo fue impresionante, pero no tanto como para atravesar el Pacífico por completo.
Estos nuevos hallazgos, publicados en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, reabren de nuevo el misterio del origen del pollo de Sudamérica. ¿Podría provenir tal vez de pollos transportados al continente por los antiguos Vikingos? Se cree que este pueblo de guerreros y exploradores alcanzó las costas del norte del continente americano allá por el siglo X de nuestra era. Pudiera ser que llevaran pollos consigo y que estos se dispersaran luego por el resto del continente americano y fueran domesticados independientemente. Es una hipótesis que, como otras alternativas que podrán formularse, necesitará de nuevos estudios para confirmarla o refutarla. Y es que la ciencia es apasionante hasta cuando estudia el origen del pollo.
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