El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
El cáncer sigue siendo uno de los problemas de salud más importantes del mundo desarrollado. De entre sus diferentes tipos, el cáncer colorrectal es el segundo en importancia en cuanto al número de muertes causadas se refiere. Casi la mitad de la población de los países avanzados sufrirá al menos una lesión benigna cancerosa de colon a lo largo de su vida.
Como sabemos, en general, el tratamiento de los diversos tipos de tumores se lleva a cabo mediante procedimientos que intentan matar a las células tumorales. Estas terapias intentan evitar la reproducción de las células cancerosas atacando al ADN o a los mecanismos moleculares implicados en la reproducción celular. Por desgracia, este tipo de terapia no siempre funciona, y la cirugía, siempre que pueda hacerse y siempre que se haga antes de que se hayan formado metástasis, es el procedimiento terapéutico más eficaz para extirpar los tumores. Sin embargo, no siempre los tumores colorrectales se diagnostican a tiempo para que la cirugía pueda erradicarlos.
El cáncer es una enfermedad genética. Esto quiere decir que solo se produce por mutaciones en ciertos genes que transforman a las células normales en tumorales, lo que las induce a dividirse sin freno y a invadir los tejidos circundantes. Estas mutaciones, sin embargo, no son necesariamente heredables, ya que se producen en las células de nuestro cuerpo después de haber heredado genes normales de nuestros padres. Por ejemplo, el tabaco o la contaminación pueden causarlas ya en la edad adulta. No obstante, en un número de casos, las mutaciones se han podido producir en óvulos o espermatozoides, con lo que sí son heredables y transmisibles. En el caso del cáncer colorrectal, ambos tipos de mutaciones contribuyen a su desarrollo, unas en unas personas y otras, en otras.
Los estudios moleculares del cáncer colorrectal han revelado que del 80 al 90% de ellos contienen mutaciones en el gen denominado Apc (Adenomatous polyposis coli). Las personas con la mala suerte de haber heredado un gen Apc mutado que no funciona desarrollan cáncer colorrectal invariablemente antes de los 35 años de edad, lo que da una idea de la importancia de contar con un gen Apc normal.
Mutaciones necesarias
La investigación científica ha desvelado también que este gen produce una proteína fundamental para la regulación de los estímulos de división celular y la adhesión de unas células con otras, lo que de no funcionar bien puede contribuir a que, una vez el tumor se ha desarrollado, las células tumorales se despeguen y generen metástasis. No obstante, las mutaciones que inactivan Apc, aunque pueden ser necesarias, no son suficientes para el desarrollo de los tumores de colon. Las mutaciones en Apc producen adenomas benignos, pero no tumores. Son necesarias mutaciones adicionales en otros genes que también participan en el control de la división celular para que el tumor se desarrolle. Dos de los genes más importantes en este aspecto son los llamados p53 y Kras. Mutaciones en estos genes junto con las mutaciones en Apc sí conducen con alta probabilidad al desarrollo de tumores colorrectales.
Aún desconocido en el caso de este tipo de tumores era si una vez iniciados por mutaciones en el gen Apc y en otros genes, si las mutaciones en el gen Apc seguían siendo o no necesarias para mantener a las células en tanto que células tumorales. En otras palabras, podría suceder que una vez generadas mutaciones en p53 y Kras y desarrollado el tumor, ya no fuera necesario que Apc estuviera también mutado para que el tumor siguiera creciendo. En este caso una terapia encaminada a restaurar su función no serviría de nada. Al contrario, podría ocurrir que incluso con esas mutaciones en p53 y Kras, las mutaciones en Apc fueran necesarias para que el tumor siguiera desarrollándose, en cuyo caso una estrategia terapéutica para restaurar la función de Apc podría resultar eficaz.
Investigadores del Centro de Investigación Memorial Sloan Kettering, en Nueva York, abordan el estudio de esta cuestión utilizando ratones a los que se ha modificado genéticamente de manera que se puede encender o apagar el funcionamiento del gen Apc mediante la administración de un fármaco en su alimentación. La administración continuada del fármaco “apaga” el gen Apc, y cuando se deja de administrar en la dieta, el gen se vuelve a “encender”.
Los investigadores encuentran que en los ratones tratados con el fármaco, en los que el gen Apc está “apagado”, se observan todos los pasos conducentes a la generación de tumores del colon: formación de adenomas benignos seguida de su malignizacion debida a mutaciones en p53 y Kras. ¿Qué pasará ahora con los tumores de esos animales si encendemos el gen Apc al eliminar el fármaco de su alimentación?
Los investigadores encuentran que, sorprendentemente, al eliminar el fármaco de la alimentación y encender así el gen Apc, los tumores que los ratones han desarrollado desaparecen, las células tumorales dejan de serlo y vuelve a restablecerse el equilibrio homeostático del colon, incluso si las células tienen mutaciones en p53 y Kras. Estos resultados indican que fármacos o procedimientos encaminados a restablecer la función perdida del gen Apc podrían resultar en terapias eficaces para “descancerizar” este prevalente tipo de tumor, que causa la muerte de cientos de miles de personas al año.
Referencia: Dow et al., Apc Restoration Promotes Cellular Differentiation and Reestablishes Crypt Homeostasis in Colorectal Cancer, Cell (2015), http://dx.doi.org/10.1016/j.cell.2015.05.033
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Quilo de Ciencia Volumen II. Jorge Laborda
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