El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
El deporte se nutre de la historia evolutiva de nuestra especie, en la que los conflictos entre individuos y grupos han sido una constante durante millones de años. Las especies más cercanas a la nuestra, con las que compartimos un ancestro común, como los gorilas y los chimpancés, también comparten con nosotros la casi cotidianidad de los conflictos. En sus sociedades, como en las nuestras, machos y hembras no se implican en conflictos de la misma forma.
Estas constataciones han llevado a algunos estudiosos de la evolución humana a proponer la llamada hipótesis del guerrero. Esta hipótesis mantiene que el éxito en conflictos entre diferentes grupos ha sido fundamental durante la evolución humana, lo que ha obligado a incrementar la cooperación entre machos genéticamente poco relacionados entre sí, es decir, pertenecientes a diferentes familias (los guerreros).
Dos investigadores de la Universidad de Harvard han estudiado la veracidad de esta hipótesis observando cómo dos oponentes, ambos hombres o mujeres, en diferentes disciplinas deportivas, resuelven el conflicto creado por la confrontación en el deporte.
Los científicos miden con precisión el tiempo de interacción entre los oponentes tras terminar un partido o un combate, y toman nota de si se daban solo la mano, se tocaban los brazos o la espalda, o se daban un abrazo o un beso. Los resultados son sorprendentes. Los hombres dedicaron significativamente más tiempo que las mujeres a interaccionar amistosamente tras los partidos o combates. Tanto los hombres ganadores como los perdedores, tocaron el brazo de su oponente un número de veces significativamente superior al de las mujeres. No hubo, sin embargo, diferencias entre hombres y mujeres en el número de abrazos o de besos.
Estos datos resultan muy reveladores a la luz de los estudios que indican que en condiciones normales de interacción social son las mujeres las que más contacto físico entablan con otros miembros de su propio sexo, situación que, como hemos visto, se invierte en el caso de los conflictos deportivos. La hipótesis del guerrero parece pues apoyada por estos estudios.
Más información en el Blog de Jorge Laborda: Sexo, género y resolución de conflictos
Referencia: Benenson and Wrangham, Cross-Cultural Sex Differences in Post-Conflict Affiliation following Sports Matches, Current Biology (2016), http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2016.06.024
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