El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
La investigación en biomedicina ha revelado que existe una relación inesperada entre obesidad y depresión, dos enfermedades aparentemente muy diferentes, puesto que una afecta al cuerpo y otra, a la mente. La relación entre las dos ocurre en ambas direcciones, puesto que la presencia de una aumenta la probabilidad de sufrir la otra.
Una manera de abordar el estudio de esta intrigante cuestión es utilizar animales de laboratorio susceptibles de sufrir una de estas enfermedades y estudiar si cuando estos la desarrollan, también sucede lo mismo con la otra. Esta estrategia es la que han empleado investigadores del Centro Joslin para el estudio de la diabetes, localizado en Boston, EE.UU.
Los investigadores, dirigidos por el Dr. Ronald Khan, inducen obesidad alimentando con una dieta rica en grasas a ratones de laboratorio de una raza genéticamente propensa a esta enfermedad. Tras convertirlos en obesos, los investigadores analizan si estos ratones muestran mayores signos de ansiedad y depresión que ratones de la misma raza no alimentados con la dieta rica en grasas y que no se han convertido en obesos. Mediante el uso de cuatro pruebas estándar, los científicos concluyen que los ratones obesos muestran niveles de ansiedad y depresión mucho más elevados. ¿A qué podría ser debido este claro efecto?
Antibióticos antidepresivos.
Basándose en estudios recientes que indican un efecto de la flora intestinal en el estado de ánimo, los científicos deciden estudiar si cambios en la flora intestinal inducidos por la dieta podrían ser los responsables del desarrollo de la depresión y la ansiedad en los ratones. Para ello, al mismo tiempo que administran la dieta rica en grasas a otro grupo de ratones de la misma raza, tratan a estos con antibióticos para impedir de este modo el crecimiento de las bacterias de la flora. Los ratones así alimentados se convierten en obesos, como los anteriores. Sin embargo, y sorprendentemente, estos ratones no desarrollan depresión ni muestran mayores niveles de ansiedad. Mediante sus efectos sobre la flora, los antibióticos fueron capaces de desligar obesidad y depresión.
Para confirmar, sin dejar espacio para la duda, que los cambios en la flora intestinal inducidos por la dieta rica en grasas eran los responsables del desarrollo de la ansiedad y la depresión, los científicos realizan un experimento de “trasplante de flora”. Para ello, extraen las bacterias de la flora intestinal de ratones que se han convertido en obesos y en deprimidos a causa de la dieta rica en grasas y las transfieren a ratones criados en condiciones de esterilidad y que carecen de flora. Y bien, estos ratones, al recibir la flora de los otros, también mostraron mayores signos de depresión y ansiedad sin necesidad de convertirlos previamente en obesos alimentándoles con una dieta rica en grasas.
Los científicos no se contentan con esto e intentan averiguar qué efectos ejercen sobre el cerebro los cambios de la flora intestinal inducidos por la dieta grasa. Para ello, estudian las regiones cerebrales que se conoce resultan afectadas en el caso de depresión y ansiedad y descubren con sorpresa que estas regiones se han convertido en “diabéticas”, puesto que han desarrollado resistencia a la acción de la insulina, es decir, las células de estas regiones poseen una menor capacidad para incorporar glucosa desde la sangre en respuesta a la producción de esta hormona por el páncreas. La resistencia a la insulina causa diabetes y es un efecto claramente asociado con la obesidad. Esta resistencia puede afectar a la capacidad de las neuronas para captar glucosa, la cual es la principal fuente de energía de estas células, lo que puede afectar a su funcionamiento y causar la depresión.
Si algo similar ocurre en el ser humano, lo que queda por estudiar, se puede pensar que modificaciones precisas de la flora intestinal podrían paliar o incluso hacer desaparecer los estados de ansiedad y depresión asociados con la obesidad.
Referencia: Gut microbiota modulate neurobehavior through changes in brain insulin sensitivity and metabolism. Molecular Psychiatry (2018). https://doi.org/10.1038/s41380-018-0086-5
Más información en el Blog de Jorge Laborda.
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