El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
Desde que Darwin publicó su famosa obra El origen de las especies, la inmensa mayoría de la comunidad científica aceptó que, tal y como él postulo, todos los seres vivos hoy presentes en el planeta derivan de un ancestro común. Este ancestro común no es necesariamente un solo organismo, sino una población de organismos de la misma especie. Igualmente, el ancestro común tampoco es el primer organismo vivo que surgió sobre la Tierra, sino simplemente el único que sobrevivió de todos los que pudieron surgir, y del cual derivan, derivamos, los demás. Este ancestro común universal ha recibido el nombre de LUCA, por sus siglas en inglés (Last Universal Common Ancestor).
La idea del ancestro común, no obstante, se tambaleó fuertemente cuando, en 1977, Carl Woese y sus colaboradores desvelaron al mundo que no todas las bacterias eran de la misma clase, sino que estaban divididas en nada menos que dos dominios diferentes de organismos vivos. Hasta ese momento, se creía que solo existían dos dominios de organismos: los procariotas (bacterias), compuestos por células sin núcleo, y los eucariotas, compuestos por células con núcleo. La para entonces nueva técnica de secuenciación de ácidos nucleicos permitió a Woese y a su equipo secuenciar el ácido ribonucleico (ARN) de los ribosomas de numerosos procariotas y comparar sus secuencias. El ARN ribosómico es fundamental para la producción de proteínas y debe ser conservado a lo largo de la evolución. Los datos de Woese y su equipo indicaron con claridad que los procariotas estaban divididos en dos dominios diferentes: las bacterias propiamente dichas, y las que pasaron a denominarse arqueas.
En el año 2010, el científico Douglas L. Theobald publicó los resultados de una prueba metodológica desarrollada por él, la cual, gracias al análisis de secuencias génicas muy conservadas durante la evolución en los tres dominios de la vida, determinaba de manera cuantitativa la probabilidad de la existencia de LUCA. Sus resultados apoyaban con firmeza la idea de que, en efecto, LUCA existió.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, utilizan los últimos datos sobre los restos fósiles más primitivos conocidos, emplean datos geoquímicos de datación de esos microfósiles y, con estos, realizan un calibrado más preciso del “reloj evolutivo”.
Los investigadores indican que LUCA apareció hace casi 4.500 millones de años, es decir, poco tiempo tras la colisión planetaria que formó la tierra y la luna y que supone el tiempo cero para el origen de la vida en nuestro planeta. Según estos científicos, el bombardeo tardío pesado, un evento que sucedió hace unos 3.900 millones de años en el que numerosos asteroides y cometas bombardearon los planetas interiores del sistema solar, no fue capaz de extinguir la incipiente vida sobre la Tierra. Los dos dominios primigenios de la vida, las bacterias y las arqueas, aparecieron mucho más tarde, hace 3.500 millones de años. Finalmente, los eucariotas aparecen hace unos 1.800 millones de años, bastante más tarde que la fotosíntesis y que el oxígeno se acumulara en la atmósfera, lo que indica el novedoso hecho de que no fue solo esta acumulación lo que espoleó su aparición, como se creía hasta ahora.
Referencia: Holly C. Betts et al. (2018). Integrated genomic and fossil evidence illuminates life’s early evolution and eukaryote origin. https://doi.org/10.1038/s41559-018-0644-x
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