El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
Las personas afantásticas conocen perfectamente los objetos que se les pide visualizar, pero no pueden evocar su imagen
Hace algunos años apareció un libro titulado:“No pienses en un elefante”. El título es evocador porque, inevitablemente, lo primero que hacemos la mayoría de nosotros es imaginar uno. Y digo bien, la mayoría de nosotros, no todos. Por increíble que parezca, un pequeño porcentaje de personas no van a imaginar un elefante al leer el título de ese libro. Tampoco imaginarían un elefante si el título fuera “Piensa en un elefante”. Resulta que este pequeño porcentaje de personas es incapaz de evocar imágenes. No pueden imaginar elefantes, tampoco perros, ni siquiera el rostro de su madre o de su pareja. Estas personas sufren de una condición llamada afantasía.
El primero que descubrió existencia de personas afantásticas fue Sir Francis Galton, una persona realmente brillante, nombrado caballero por el rey Eduardo VII de Inglaterra en 1909. Galton realizó, en 1880, un estudio estadístico sobre la imaginación y se dio cuenta de que algunas personas carecían de esta cualidad. Entre ellas, Galton descubrió con sorpresa, se encontraban muchos de sus colegas científicos, aunque nunca supo si esto era porque eran hombres, porque eran científicos o porque eran ambas cosas a la vez.
Quizá porque el asunto no fue del agrado de los poco imaginativos científicos de la época, el fenómeno de la afantasía cayó en el cajón del olvido. Tuvieron que pasar más 130 años hasta que, en 2010, se publicó un estudio, dirigido por el profesor Adam Zeman, de la Universidad de Exeter, en el que se describe de nuevo la condición de la afantasía.
La razón por la cual la afantasía vuelve a ser estudiada tras más de un siglo tiene que ver con los extraños efectos secundarios sufridos por un paciente con una dolencia cardiaca, al que llamaremos Míster X, MX, que se somete a una angioplastia coronaria para tratarla. La angioplastia consiste en dilatar una arteria o vena que se ha estrechado u ocluido, probablemente por la generación de placas de ateroma, con el fin de restaurar el flujo sanguíneo. Durante el procedimiento, MX informó de que sentía reverberaciones en la cabeza y hormigueos en su brazo izquierdo, síntomas que, en principio, no eran preocupantes.
Afantasía súbita
Sin embargo, cuatro días después, MX acudió al médico quejándose de que había perdido súbitamente la capacidad de evocar imágenes, lo que ya no podía hacer ni dormido ni despierto, ya que MX había perdido también la capacidad de experimentar sueños visuales. Esta pérdida, sin embargo, no sucede en todos los afantásticos y algunos siguen siendo capaces de soñar.
La rareza de este caso estimuló al grupo del profesor Zeman a estudiar en mayor profundidad a MX. Las pruebas a las que se le sometió dieron resultados neurológicos y oftalmológicos normales. La evaluación psiquiátrica fue también normal. MX fue sometido a resonancia magnética para analizar potenciales anomalías en su cerebro, pero esta técnica tampoco delectó ninguna. Su capacidad para reconocer rostros de familiares y amigos no había resultado afectada. Tampoco parecía haberse visto afectada su capacidad para orientarse en ciudades o el interior de los edificios.
No obstante, sí se detectaron patrones de actividad cerebral anormales cuando se solicitó a MX que evocara imágenes. En este caso, las zonas posteriores del cerebro de MX (donde reside el área de procesamiento de datos de la visión) mostraron menor actividad, con respecto a la actividad en personas normales, mientras que la actividad de ciertas de sus regiones frontales (donde reside la capacidad cognitiva racional) se activó.
A pesar de estas anomalías, MX podía realizar correctamente pruebas mentales que, hasta ese momento, se creía dependían de la capacidad de manipular imágenes mentalmente. Por ejemplo, MX realizó correctamente pruebas de rotación, en las que se pide identificar la imagen que ha sido correctamente girada un ángulo en relación con la imagen original. Esto sugería el sorprendente hecho de que la capacidad de imaginar era diferente de la capacidad de realizar una tarea mental relacionada con la orientación espacial. Igualmente, las personas afantásticas conocen perfectamente los objetos que se les pide visualizar, pero no pueden evocar su imagen. Decididamente, la mente es muy sorprendente.
¿Cuántas personas sufren afantasía? Si una vez hubo cuatro fantásticos, el número de afantásticos es muy superior a cuatro: Las estimaciones más recientes indican que alrededor del 2% de la población es incapaz de evocar imágenes mentales. Esto supone que existen más de 140 millones de personas afantásticas en el mundo. Además, esta condición no supone un todo o nada, sino que tiene también sus gradaciones: hay personas que poseen la capacidad de evocar imágenes extremadamente vívidas, mientras que otras, sin ser completamente afantásticas, no pueden evocar imágenes detalladas.
El grupo del Dr. Zeman y también otros científicos han desarrollado pruebas capaces de determinar el grado de fantasía o afantasía. Los resultados de estas pruebas, realizadas a miles de participantes, confirman que, en efecto, la fantasía, como tantas otras cualidades de la naturaleza humana, aparece en un continuo y cada uno de nosotros la posee en un grado mayor o menor. Esto indica que debe contar con una base genética, ya que nadie puede enseñarnos a imaginar, por lo que esta capacidad parece depender exclusivamente de nuestros genes. Desgraciadamente, un exceso de fantasía puede ser patológico ya que aparece asociado con ciertas enfermedades mentales, como la esquizofrenia.
Habrá que esperar al resultado de investigaciones futuras para conocer más sobre la afantasía y sobre qué genes pueden afectarla. Quien sabe, es posible que estos estudios descubran nuevas e insospechadas avenidas para comprender mejor la mente humana y para tratar las enfermedades neurodegenerativas.
Referencias:
Adam Zeman (2010). Loss of imagery phenomenology with intact visuo-spatial task performance: A case of ‘blind imagination.
Neuropsychologia. Volume 48, Issue 1, January 2010, Pages 145-155.
Adam Zeman et al. (2015). Lives without imagery – Congenital aphantasia. Cortex. 73: 378–380. doi:10.1016/j.cortex.2015.05.019.
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