A la gente de mi edad no haría falta explicarles que el título de esta entrada fue inspirado por la canción interpretada por Sara Montiel titulada Fumando Espero, en la película el Último Cuplé, estrenada en 1957. No sé si llover habrá llovido, pero fumar, os aseguro que se ha fumado desde entonces. Y se sigue fumando.

El tabaquismo continúa siendo una cuestión de actualidad. Hace dos décadas trataba por primera vez de este problema sanitario y social. Veamos cómo estaban las cosas entonces y, como ya es habitual, intentaremos analizar si se ha producido algún avance significativo para reducir el tabaquismo en el planeta Tierra, que, no obstante, sigue contando con demasiados vendedores de humo sobre su superficie.

El 22 de mayo de 2001 publicaba aquí lo siguiente sobre el tabaquismo

¿Cómo están hoy las cosas?

Evidentemente, como todo el mundo, literalmente, puede comprobar, no se ha terminado con el consumo del tabaco. Este ha podido disminuir, aunque no tanto como se perseguía, en los países más desarrollados, pero su consumo sigue aumentando en los países menos favorecidos. En total, se estima que hoy existen mil trescientos millones de fumadores en el mundo.

¿Se han cumplido los negros o rubios augurios sobre el aumento de mortalidad causado por el tabaco? Los últimos datos indican que, afortunadamente, no se han cumplido y que mueren al año alrededor de dos millones de personas menos de las que hace veinte años se estimaba iban a morir. De acuerdo con la OMS, hoy mueren algo más de ocho millones de personas al año, en lugar de los diez millones que se temía. Es posible que las campañas antitabaco hayan tenido algo que ver, pero ocho millones de personas al año es más del doble de las muertes causadas por el coronavirus durante toda la pandemia, que lleva ya año y medio activa, que tanto nos han preocupado. Además, de esos ocho millones de muertes, alrededor de 1,2 millones son muertes por “contagio” es decir muertes de personas que no fuman, pero a las que mata el humo de las que fuman. Hay por tanto también una pandemia de tabaco que lleva activa más de un siglo, que año tras año se cobra millones de muertes y para la que no existe una vacuna eficaz, porque, seamos realistas, la vacuna de la sensatez y la responsabilidad individual y social para dejar de fumar no se ha podido inventar aún. Estamos muy lejos de disponer de la tecnología necesaria para ello. Y es que las sustancias placenteras contenidas en el tabaco y las situaciones sociales en las que este tiende a consumirse son demasiado poderosas para permitir erradicarlo solo mediante advertencias y consejos.

Ante este panorama, vale de poco avisar de que los datos más recientes confirman que la mitad de los fumadores mueren prematuramente debido a los efectos directos del tabaco, que puede generar largas enfermedades causantes de más dolor que el placer genial, sensual que afirmaba Sara Montiel en su conocida canción. El tabaco es como el coronavirus SARS-CoV-2: vino para quedarse.

Jorge Laborda (25/06/2021)

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