El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
El programa de hoy es algo especial para mí porque, si las cuentas no me fallan, hace el número 600. ¡600 Quilos ya! Igual hasta hay algún extraño ser que los ha escuchado todos ¿Quién sabe? La vida es un misterio. En todo caso, está confirmado que hay dos extraños seres que los han producido. Ya sabéis, Ángel Rodríguez y un servidor. A ver, aclaro que el servidor soy yo, no creáis que se trata de un servidor de Internet.
Sea como sea, para la ocasión, puesto que llevo todo este año haciendo programas rescatando temas científicos del pasado, he decidido ir también al pasado, a un pasado mucho más remoto que el que visitamos habitualmente aquí, para intentar poner de relevancia lo que la ciencia de hoy puede llegar a decirnos sobre el ayer. Un ayer en el que todos los problemas parecían tan lejanos, como dice la canción de los Beatles, que forma ya también parte del ayer.
Así que hoy vamos a viajar al antiguo Egipto gracias a dos interesantes estudios recientemente publicados. Ambos analizan sarcófagos y momias desde dos perspectivas diferentes, una física y otra bioquímica, y alcanzan conclusiones que parecen sacadas de una novela de ciencia-ficción. Veamos de qué se trata.
El primero de los estudios ha sido realizado sobre, al parecer, la única de las momias egipcias recuperadas que no había sido aún abierta, o desempaquetada, según se prefiera. Amazon seguro que prefiere este último término. Pero no nos despistemos. Se trata de la momia del emperador Amenhotep I, también conocido por Amenofis I, nombre, ahora que caigo, seguramente preferido por Microsoft. Te ruego perdones el desarreglo mental que las fiestas me han producido. Sea como sea, Amenhotep o Amenofis I fue el segundo faraón de la decimo octava dinastía. Comenzó a gobernar Egipto cuando solo tenía 15 años y lo hizo entre los años 1525 a 1504 antes de Cristo.
La momia de Amenofis I era la única que quedaba por desempaquetar, no por miedo a alguna maldición egipcia, sino porque era la momia más mona de las que se habían encontrado. La verdad es que viendo las fotos de la momia uno debe admitir que es una momia monísima para su edad, y daba mucha pena ponerse a hurgar en su interior y destruir así su bellísimo exterior. Y es que este está formado por una hermosísima máscara, con piedras semipreciosas, y guirnaldas, así como un precioso collar. Destruir la momia para acceder a su interior era un sacrilegio, al menos un sacrilegio egipcio.
Por esta razón, los científicos decidieron analizar la momia sin destruirla, mediante el empleo de la tecnología de tomografía computarizada, para desempaquetar de forma digital esta bella momia y desvelar los secretos de su interior.
De acuerdo con los datos históricos, la momia había sido extraída de su sarcófago y restaurada en el siglo XI antes de Cristo, más de 400 años después de la muerte de Amenofis I. Según quedó registrado en algunos jeroglíficos egipcios, la operación formó parte de un proyecto de recuperación del patrimonio “momístico” egipcio para restaurar el daño infligido a muchas momias por profanadores de tumbas. Los jeroglíficos dejan tan claro como una convocatoria de proyectos de investigación publicada en el BOE que restaurar las momias era la intención de los sacerdotes que se implicaron en la tarea. Sin embargo, lo que los sacerdotes y otros pudieron hacer con las momias y los tesoros que contenían, a falta de revisión por pares, estaba por determinar.
Utilizando, como digo, la tecnología de tomografía computarizada, la misma que se emplea hoy en la medicina moderna para analizar sin bisturí el interior de nuestro organismo en busca de anomalías o problemas médicos, los investigadores van “pelando” a la momia capa por capa y analizando sus características. De este análisis extraen varias conclusiones. La primera es que Amenofis I murió cuando tenía unos 35 años. Su altura era de 169 cm. Había sido circuncidado, sus dientes estaban en buen estado, y llevaba más de treinta amuletos y una faja dorada con perlas de oro. Este último dato parece indicar que la momia fue, en efecto, honesta y honradamente restaurada en el siglo XI antes de Cristo, o de otro modo esa faja de oro habría desaparecido.
Según el retrato robot que los investigadores pueden realizar con los datos obtenidos, Amenofis I se parecía bastante a su padre, Amosis I, el fundador de la decimoctava dinastía, del que se conserva al menos una estatua. Como su padre, Amenofis I tenía una barbilla estrecha, una nariz recta y afilada, pelo rizado e incisivos prominentes. Me vienen a la memoria los del actor Jerry Lewis en la película El profesor chiflado, de 1963. Esto sigue siendo Quilo vintage, después de todo.
No obstante, los investigadores son incapaces de descubrir la causa de la muerte de Amenofis I. No parece haber ningún signo de muerte violenta, ni desfiguraciones u otros problemas que pudieran indicar una u otra enfermedad. Hay que tener en cuenta que sus entrañas habían sido eliminadas por los primeros embalsamadores, aunque estos habían dejado su cerebro y su corazón intactos. Estos no mostraban signo alguno de patología.
Pasemos ahora a hablar del segundo estudio de investigación sobre las momias. En este caso, no se han estudiado momias egipcias, sino momias de América del Sur. En realidad, tampoco se han estudiado las momias, sino los restos dejados por los piojos que infestaban el cabello de los momificados. El estudio ha sido publicado en la revista Molecular Biology and Evolution.
La idea original del estudio era comprobar si el material pegajoso y resistente que forma las liendres que las hembras de piojo utilizan para dejar sus huevos adheridos al pelo protegía el ADN de la degradación causada por el paso del tiempo. Normalmente, el ADN de antiguos restos humanos se obtiene del núcleo de los dientes o de los huesos del cráneo, pero esto no es siempre posible hacerlo y, cuando lo es, para ello es necesario mutilar los dientes o restos óseos disponibles. El empleo de ADN extraido de las liendres, si fuera posible, soslayaría todos esos problemas. Para estudiar esta posibilidad los investigadores intentaron extraer ADN de las liendres de varias momias sudamericanas de hace entre 2000 y 1500 años y analizaron su secuencia y su calidad. EL ADN fue incluso extraído de liendres de una cabeza miniaturizada por la tribu de los Jíbaros de Ecuador. ¡Qué cosas!
Los investigadores confirman que es posible extraer ADN de las liendres momificadas. La cantidad de ADN que podía ser extraída de las liendres era la misma que la extraída de los dientes, el doble que la extraída de los huesos y más de cuatro veces la cantidad que podía ser extraída de los restos de sangre desecada de las momias. El análisis de las secuencias de letras del ADN extraído permitió a los investigadores alcanzar varias interesantes conclusiones sobre las momias analizadas y sus piojos. Por ejemplo, pudieron determinar el sexo de cada momia. También comprobaron que tres de ellas estaban muy relacionadas genéticamente y tal vez eran de la misma familia, originaria de individuos que emigraron hasta la región de San Juan, en el centro de Argentina, desde el Amazonas o incluso más al norte. Por último, encontraron evidencia de que el virus llamado poliomavirus de las células Merkel de la piel, descubierto solo en 2008, ya acompañaba a los humanos por esa época. Este virus puede, en ocasiones, causar cánceres de piel.
El análisis de la forma de las liendres también reveló que las momias estuvieron expuestas a temperaturas extremadamente frías, lo que pudo ser causa de su muerte. Esto se concluyó al comprobar que las liendres estaban depositadas a muy escasa distancia de la superficie del cuero cabelludo, lo que las hembras de piojo hacen cuando las temperaturas son más frías en un intento de aprovechar mejor el calor desprendido desde la superficie de la cabeza para la incubación de sus huevos.
Hasta aquí lo que te quería contar hoy en el este Podcast numero 600 de Quilo de Ciencia. Espero que te haya resultado interesante y que nos sigas acompañando otros 600 Quilos más. Programa a programa, acabaremos por conseguirlo, si tenemos suerte y salud, lo que te deseo también a ti y a tu familia para el año 2022, a punto de comenzar cuando escribo esto.
(Jorge Laborda 29/12/2021)
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