Esta semana voy a volver a la modalidad Quilo Vintage para tratar de un asunto muy serio: la risa. La risa es, tal vez junto con el llanto, una de las características más propias de los seres humanos. Aunque no somos los únicos animales rientes de la biosfera, como veremos sí somos los que reímos de una forma más particular con respecto a nuestros parientes más cercanos, los chimpancés. Además, los humanos nos reímos de cosas de las que un chimpancé nunca se reiría, como, por ejemplo, y obviamente, de un juego de palabras.
Luego explicaré en qué la risa humana difiere de la risa de los chimpancés, pero comencemos por abordar las teorías que sobre la risa se barajaban hace cuatro lustros. Así hablaba de la risa, con algo de humor, pero poco, no te preocupes, por aquellos lejanos tiempos del año 2002.

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La investigación sobre la risa ha conducido a algunos interesantes descubrimientos estas dos últimas décadas, que desgraciadamente no tengo tiempo de resumir aquí en su totalidad, pero la investigación también ha revelado que queda mucho por descubrir sobre este comportamiento humano. Comencemos comentando este último aspecto. Por lo que he podido averiguar, nadie tiene claro aún por qué reímos cuando nos hacen cierto tipo de cosquillas, no todas. Por ejemplo, las cosquillas hechas con una pluma sobre la planta de los pies no suelen hacer reír, pero cosquillas hechas en el sobaco o el vientre con los dedos de la mano sí pueden provocar la risa.

No parece que se tenga una respuesta clara para estos hechos, solo se barajan ideas. Una de ellas es que la sensación de cosquilleo y la respuesta en forma de risa sirve como algún signo de protección o sumisión para evitar el ataque de un superior jerárquico. Es cierto que normalmente nadie se atreve a hacerle cosquillas al jefe, y que, si una persona se atreve a hacerte cosquillas a ti, debe ser alguien que te muestra excesivas confianzas y por tanto se considera o tu igual o tu superior en la jerarquía del grupo. Esto no prueba en absoluto que la función de la risa en respuesta a las cosquillas sea el apaciguamiento de un superior frente a una supuesta agresión por su parte. No obstante, alguna función debe realizar esa risa, y la sensación de cosquillas, puesto que la risa en respuesta a las cosquillas también la muestran animales sociales supuestamente menos evolucionados que nosotros, como las ratas. Estas también se ríen, pero lo hacen a una frecuencia sonora de 50 hercios que resulta inaudible para el oído humano.

La investigación en los últimos años ha revelado que, aunque nadie nos enseña a reír cuando niños, y por tanto la risa es un comportamiento innato, la risa madura con el tiempo. La risa de un humano adulto se caracteriza por vocalizaciones de volumen elevado producidas durante la exhalación, no durante la inhalación del aire. Podemos decir que la risa humana es un comportamiento extrovertido en cuanto al aire se refiere.
Sin embargo, los simios, que también son capaces de reír, lo hacen tanto cuando exhalan como cuando inhalan aire. No te cortes. Para el audio e intenta probar a reírte de ese modo, a ver si eres capaz. No creo que lo consigas, por mono o mona que seas.

Aunque ahora no puedas reírte como un mono, la investigación ha revelado que los niños de muy corta edad sí se ríen de un modo similar. Con la edad, su risa evoluciona y adquiere las características propias de la risa humana adulta, y elimina las de la risa simia. Se ha comprobado que la evolución de la risa durante el desarrollo de las personas hace más agradable la risa a los demás, y es de suponer que ayude a integrar al niño, conforme vas madurando, en el grupo. En otras palabras, la risa de un chimpancé es más desagradable para nosotros que la risa humana. Creo que quienes hayan visto alguna película de Tarzán y la mona Chita estarán de acuerdo conmigo.

En relación con lo anterior, conviene mencionar que los estudios también indican que la evolución del bipedalismo por parte de nuestra especie ha ejercido un efecto sobre la evolución de nuestra risa. Al parecer, los cuadrúpedos, como los simios, mantienen una relación uno a uno entre la frecuencia de locomoción y la de respiración. Esto es debido al estrés que los brazos de los simios al desplazarse ejercen sobre el pulmón cuando chocan con el suelo. Esto les obliga a sincronizar los pasos con la respiración. Los humanos, al desplazarnos únicamente sobre las dos extremidades posteriores, que en nuestro caso son ahora las inferiores, nos hemos liberado de esa limitación. Esto también permite que podamos hablar, expulsando aire de una manera más regular que lo que pueden hacerlo los simios. El bipedalismo también permitió, según algunos científicos, que la risa humana se produjera mediante ciclos exclusivos de exhalación del aire, y dejáramos de usar la inhalación para producirla.

(Jorge Laborda 20/04/2022)

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