El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
En noviembre de 2002 ofrecía un breve panorama de la situación en el mundo por aquel entonces. Aquel entonces era anterior a la aparición del SARS-CoV-1, el primer coronavirus que casi causa una catástrofe planetaria, anterior a la aparición del MERS, el segundo coronavirus que pudo causarla, y anterior, por supuesto, a la aparición del SARS-CoV-2, el coronavirus que finalmente causó la pandemia de COVID-19. En tiempos en los que estamos dejando atrás esta pandemia y en los que estamos ya comenzado a perder el miedo a los contagios, me ha parecido que podría ser interesante asomarnos al mundo de los patógenos y de las enfermedades infecciosas, en general, y analizar con tranquilidad, antes de que aparezca el SARS-CoV-3, cómo estaba la situación hace algo más de veinte años y cómo estamos en la actualidad. Comencemos pues analizando la situación de las enfermedades infecciosas en el mundo hace más de cuatro lustros.
Podéis leer aquí lo que escribí en 2002
Lo primero que me gustaría añadir a mis propias palabras de entonces es que mientras no parece haberse extinguido ninguno de los 1.415 organismos patógenos para el ser humano que existían en 2002, sí que hemos debido añadir al menos tres más, que son los tres coronavirus de los que hablaba al principio. ¡Qué alegría!
Una segunda precisión a las cifras que ofrecía antes es que esos 1.418 patógenos suponen mucho menos del 1% de todas las especies de microorganismos que habitan la Tierra. Luego hablaremos de ellas y de lo que suponen para la biosfera de nuestro planeta, pero antes podemos preguntarnos, ¿por qué tan escasa proporción de los microorganismos que existen son patogénicos? Es una suerte que así sea, pero ¿cuál es la razón?
No tengo una respuesta definitiva para esta pregunta, pero muy probablemente la respuesta se encuentre en los mecanismos de la evolución de las especies. Los organismos patógenos son aquellos que se han podido adaptar a infectar al ser humano. Para ello, deben contar hoy con genes capaces de producir proteínas específicas que les permitan unirse a proteínas de nuestras células. Por ejemplo, la famosa proteína S de los coronavirus SARS-CoV-1 o 2 es capaz de unirse a la proteína llamada ACE-2 de nuestras células y por esa razón puede infectarlas.
Además de contar con la llave de entrada a nuestro organismo, o de aprovechar, como suelen hacer las bacterias, fallos en las barreras defensivas que constituyen la piel y las superficies epiteliales del intestino y de los pulmones, entre otras, una vez dentro del organismo deben contar con potentes mecanismos contra defensivos que dificulten la eficaz y expeditiva acción de nuestro sistema inmunitarito. Aquellos microorganismos que no cuentan con ellos, no pueden causar enfermedad en condiciones normales. Como prueba de que lo que digo es cierto, fijémonos en la existencia de los llamados microorganismos oportunistas, que tan peligrosos resultaban para los enfermos de SIDA antes de la llegada de fármacos contra el virus causante de esa enfermedad. Estos microorganismos no pueden causar enfermedad en personas con un sistema inmunitario sano, porque carecen de mecanismos contra defensivos suficientemente potentes. Sin embargo, en personas inmunodeficientes, como son los enfermos de SIDA, que carecen de un sistema inmunitario eficaz, los microorganismos oportunistas pueden causar enfermedades muy graves. Con el tiempo y a lo largo de la evolución futura, es posible que alguno de esos organismos oportunistas, si tiene la oportunidad, adquiera las mutaciones, o consiga los genes necesarios para causar enfermedad incluso en personas con un sistema inmunitario normal. Esto es lo que ha sucedido con los microorganismos patógenos. Claro que probablemente para que eso suceda con los oportunistas de hoy serán necesarios millones de años de evolución, y puesto que no sabemos si la Humanidad será capaz de sobrevivir simplemente hasta el final del milenio, no es sensato que nos preocupemos por ello.
Hablemos ahora de algunas cifras sobre la importancia de los microorganismos en la biosfera. Según una revisión aparecida en la revista Nature en el año 2011, las cifras ofrecidas por la Aicrobiología rivalizan con los números ofrecidos por la Astronomía. Se calcula que en la Tierra viven más de nueve mil especies de virus, que entre todas ellas cuentan con 10 elevado a 31 ejemplares, es decir, un uno seguido de treinta y un ceros de partículas víricas, o viriones. Si algún ser muy poderoso y con mucho tiempo para perder se entretuviera en colocar a todas las partículas víricas en fila india, la longitud de la fila superaría los cien millones de años luz que, recordemos es la distancia recorrida por la luz en un año y que es cercana a los nueve billones y medio de km. Ahí es nada.
Pero los virus no están solos sobre la faz de la Tierra. Las bacterias también los acompañan. Existen solo un uno seguido de 28 ceros de bacterias, es decir, son mil veces menos numerosas que los virus. No obstante, se estima que su número supera en cien millones de veces a la cantidad de estrellas que existen en el universo entero.
Los virus bacteriófagos son los peores enemigos de las bacterias, pero bien podrían ser nuestros mejores amigos, al mantenerlas a raya. Se estima que cada segundo un uno seguido de 23 ceros de bacterias son infectadas por un bacteriófago, que, al reproducirse en su interior, acaba con su vida. Esta tasa de infecciones acaba con entre el 20 y el 40 por ciento de las bacterias de la Tierra, cada día. Por fortuna para ellas, su endemoniada tasa de reproducción reestablece su población también cada día.
Para terminar de marearnos con las macro cifras de la microbiología, y acercarnos un poco más a lo que nos preocupa, os recuerdo que un solo gramo de las bacterias que ahora mismo viven en vuestra placa dental contiene cien mil millones de bacterias, es decir, más o menos el mismo número de seres humanos que han vivido sobre la Tierra desde que nuestra especie apareció sobre ella.
Estas cifras hablan por sí solas de la posibilidad de que algunos de los microorganismos que existen hoy puedan convertirse en patogénicos en el futuro, pero eso será en el futuro. Para controlar a los patógenos que existen hoy, que son los que deben preocuparnos, conviene que nos vacunemos, que mantengamos una buena higiene, y que llevemos una vida activa y una nutrición adecuada para mantener a nuestro sistema inmunitario en plena forma.
Y hasta aquí el programa de hoy. Como siempre me despido de vosotros deseándolos lo mejor, que seáis felices, que los buenos anticuerpos os acompañen siempre, y buena ciencia.
Obras de Jorge Laborda.
Tus defensas frente al coronavirus
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