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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

Manipulación zombi con “zombistato” de encendido y apagado.

Hormiga zombi - Quilo de Ciencia Podcast - Cienciaes.com

El parasitismo es consustancial con la patética vida que viven la mayoría de los seres vivos del planeta. Estos se encuentran siempre amenazados por predadores, que los necesitan para su propia supervivencia, y por parásitos, que los utilizan como recursos alimenticios y reproductivos. Nuestra especie es tal vez la más privilegiada porque, gracias a la ciencia, es capaz de mantener a raya a muchos, aunque no a todos, los parásitos físicos, es decir, a los seres vivos que necesitan aprovecharse de nosotros para sobrevivir. Sin embargo, en contraposición, es mucho menos afortunada para desembarazarse de los parásitos mentales, de esas ideas que, una vez implantadas en el cerebro, dirigen y condicionan nuestras vidas, generalmente no en nuestro beneficio. Lo que te voy a contar a continuación está relacionado con esto, al menos en el mundo de las hormigas.

Desde mi punto de vista (e incluso desde mi punto de oído o de olfato), los parásitos se dividen en dos clases principales: los pequeños y los grandes. Pocos dudarán de que esta clasificación es muy razonable. Los parásitos pequeños son, por ejemplo, virus y bacterias, microorganismos que pueden pasar de un hospedador a otro con cierta facilidad, sin necesidad de intermediarios, los cuales son siempre complicados de gestionar. Estos parásitos no tienen demasiados problemas en encontrar e infectar a otro hospedador cuando han matado o debilitado al primero. Desafortunadamente para los parásitos, los hospedadores no son eternos, y cuando mueren o carecen ya de recursos adecuados para ellos, se hace necesario encontrar a otro. Esta es también la triste vida de los parásitos de cualquier tamaño, siempre en busca del siguiente organismo del qué aprovecharse. Los miserables parásitos no tienen dignidad, ni escrúpulos.

Los parásitos más grandes, como gusanos o protozoos, no lo tienen tan fácil para pasar de un hospedador a otro. Para conseguirlo, deben desarrollar ingeniosas estrategias y utilizar uno o más animales intermediarios para lograr penetrar en el organismo del hospedador final, desde el cual pueden iniciar su ciclo reproductivo de nuevo.

Un ejemplo de lo complicado que resulta la vida para uno de estos parásitos lo tenemos en la duela del hígado, o duela hepática. Este gusano plano, de la clase de los trematodos, infecta los conductos biliares del hígado de algunos animales vertebrados, en general ovejas, cabras, vacas o ciervos, donde se alimenta de la sangre del hospedador, se hace adulta y se reproduce. Luego veremos cómo la duela establece su residencia en el hígado, un lugar algo inhóspito para muchos, desde el cual es muy difícil hacer compras por internet y que te lleven los paquetes.

La duela se reproduce por huevos. Los huevos abandonan el hígado por los conductos biliares y alcanzan el intestino, desde el cual salen al mundo exterior mezclados con las heces. Las heces de los herbívoros son normalmente un alimento poco aconsejable, excepto si eres un caracol terrestre. Estos babosos y rastreros animales encuentran apetecibles las heces de los herbívoros, que a veces también pueden servirnos bien aderezadas en algún restaurante de dudosa reputación. Los caracoles se las comen, con lo que también se comen los huevos de la duela. Es lo que estos están esperando.

Una vez en el sistema digestivo del caracol, los huevos eclosionan en unas larvas denominadas cercarias, que se reproducen de manera asexual y de las que el caracol puede llegar a albergar hasta varios miles. Estas cercarias estimulan al caracol a “toser” y son liberadas mediante la expulsión de grumos de sus pegajosas y mocosas babas.

Las babas de caracol tampoco son un alimento aconsejable, excepto si eres una pobre obrera, una pobre obrera de hormiga, debo aclarar de inmediato. En ese caso, puedes encontrar las babas de caracol crudas un alimento apetecible y comértelas con deleite, a la vez que te comes algunas cercarias como guarnición. Aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes, porque desde la hormiga, las cercarias que la infectan deben conseguir introducirse en el estómago e intestino de otro animal herbívoro diferente del que salieron, al que infectarán su hígado.

Las hormigas no son un alimento apetecible, excepto si eres un oso hormiguero. Ovejas, cabras, vacas o ciervos evidentemente no lo son, pero son ellos los que deben comerse a las hormigas infectadas. No es muy probable que lo hagan voluntariamente. Sin embargo, que suceda esto es imperativo para que las larvas alcancen el estado adulto en el hígado de uno u otro de estos animales y puedan producir huevos que reiniciarán el ciclo vital de este parásito.

¿Cómo consiguen las larvas de la duela que, por ejemplo, una cabra se coma a una hormiga? Pues lo consiguen “manipulando mentalmente” a la hormiga para que esta abandone el suelo, suba a lo más alto de las hierbas que la cabra come, y se quede ahí, quieta, como un auténtico zombi, agarrada fuertemente con sus mandíbulas. La cabra, u otro animal herbívoro, al comer la hierba, se comerá también inadvertidamente a la hormiga infectada con las larvas de la duela, y estas penetrarán en su sistema digestivo, desde donde alcanzarán el hígado.

Por tanto, “convencer” a una cabra para que se coma a una hormiga es equivalente a “convencer” a la hormiga para que se suba a lo más alto de las hierbas que la cabra come y espere ahí a la cabra. ¿Cómo hacen esto las larvas de la duela? No te lo vas a creer, pero de todas las larvas de la duela que la hormiga ha ingerido, una sola es la que manipula su mente para beneficio de todas las demás larvas y en perjuicio de la hormiga. Una sola de las cercarias de la duela sale de su caparazón protector, viaja hasta el cerebro de la hormiga y se establece en él, desde donde se supone que emite ciertas sustancias químicas que convierten a la hormiga en un zombi autómata.

Las otras y numerosas larvas ingeridas por la hormiga, las que se comió con las babas del caracol infectado, permanecen en su abdomen, protegidas en su caparazón. Cuando la hormiga es ingerida, la larva que ha manipulado la mente de la hormiga para subir a lo alto de las hierbas morirá en beneficio de las demás, ya que, al carecer de caparazón protector, será digerida por los ácidos del estómago del animal. Las demás larvas, en cambio, protegidas en sus cápsulas resistentes al ácido estomacal, sobrevivirán el paso por el estómago y abandonarán su caparazón una vez hayan alcanzado el intestino, desde el que viajarán hasta el hígado.

Es obvio que, en el oscuro mundo del interior de los intestinos de hormigas o herbívoros, las larvas deberán orientarse mediante la detección de alguna sustancia química producida por el cerebro de la hormiga o por el hígado o las glándulas biliares de los vertebrados. Esas sustancias, que ignoro incluso si se conoce o no cuáles son, le irán indicando el camino.

Así pues, a lo largo de la evolución, la duela hepática ha tenido que solucionar una multitud de problemas para asegurarse su supervivencia. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Copenhague se dieron cuenta de que la duela debía resolver aún un problema más, un problema que no es menor, porque es mayor: cómo evitar que la hormiga sea literalmente achicharrada, en lo alto de la hierba a la que se ha fijado con sus mandíbulas, en las horas más calurosas y luminosas del día.

Las hormigas suelen ser de color más bien oscuro y, por tanto, absorben mucho la radiación solar, con lo que su temperatura corporal aumenta. En ausencia de sombra protectora alguna, como suele ocurrir si la hormiga se encuentra encaramada en lo alto de una hierba, el sol del mediodía la podría deshidratar y matar, matando así también con ello a todas las larvas de duela albergadas en el cuerpo de la hormiga. Sería un evento doloroso. Tras la odisea de conseguir que un caracol se coma unos excrementos de herbívoro infectados, que la hormiga se coma las babas del caracol, y que se suba a lo alto de una hierba, sería verdaderamente estúpido permitir que muriera achicharrada, perdiendo así la duela toda posibilidad de transmisión a su hospedador definitivo.

¿Cómo soluciona la duela este problema? Los investigadores encuentran que lo hace de una forma aparentemente muy sencilla: apagando el estado zombi de la hormiga. Podemos imaginarnos cómo esta se sube a las hierbas al poco del amanecer, que no es poco, y se queda ahí, zombi perdida. Al llegar el calor del medio día, sin embargo, se despierta de repente y se pregunta: ¿pero qué demonios hago aquí agarrada con mis mandíbulas en lo alto de una hierba en lugar de estar buscando deliciosas babas de caracol por el suelo? La hormiga, vuelta en sí por los designios de la larva que la controla, abre sus mandíbulas, se suelta de la hierba y desciende por el tallo hasta el suelo, donde encontrará con seguridad una buena sombra que le cobije. Esa sombra protegerá a las larvas de la duela que alberga en su interior.

La hormiga seguirá con sus tareas hasta que al atardecer la temperatura descienda. En ese momento la larva de duela alojada en el cerebro de la hormiga volverá a inducir el estado zombi. La hormiga entrará en trance y subirá de nuevo a lo alto de una hierba, donde se agarrará con sus mandíbulas. Probablemente, pasará así la noche hasta el día siguiente, si nadie se la come antes.

Por supuesto, aún no lo sabemos todo sobre la duela y sus hospedadores. Comprender por completo los genes, moléculas, interacciones y mecanismos implicados en este complejísimo baile inter especial, que no inter espacial, promete ser una maravillosa odisea llena aún de sorpresas para todos, incluso, tal vez, hasta para las propias hormigas zombis.

Ya veis. Fascinantes historias las que nos ofrecen los parásitos, como fascinante es la ciencia en su conjunto para los escasos mortales que se han ganado con su esfuerzo intelectual el privilegio de comprender un poquito de su enormidad y de su belleza.

Referencia:

Simone Nordstrand Gasque, Brian Lund Fredensborg, Expression of trematode-induced zombie-ant behavior is strongly associated with temperature, Behavioral Ecology, 2023;, arad064, https://doi.org/10.1093/beheco/arad064

(Jorge Laborda 23/10/2023)

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