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Quilo de Ciencia

El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.

Un poco de historia sobre la ciencia del calentamiento global.

Petroleo y cambio climático - Quilo de Ciencia podcast - Cienciaes.com

He leído en alguna parte que los científicos suelen ser más con fiados que el resto de la gente. No sé si es verdad, pero creo que yo sí lo soy, porque no he considerado nunca que alguien en poder de conocimiento científicamente adquirido pretenda ocultarlo, mucho menos negarlo, al resto de la humanidad, por el simple hecho de que esa ocultación o negación conviene a sus intereses, normalmente a sus intereses económicos.

Por esta razón, he juzgado con mucho escepticismo las revelaciones, realizadas por algunos medios de comunicación, de que las compañías petrolíferas más importantes conocían que la liberación masiva de dióxido de carbono a la atmósfera, resultante de la combustión de cantidades siempre crecientes de petróleo, afectaría a l clima del planeta. Por ejemplo, el 30 de enero de 2024, Oliver Milman un periodista especializado en temas de medio ambiente, publicaba en el periódico británico The Guardian un artículo en el que afirmaba que ciertos documentos demostraban que la industria petrolífera había financiado la investigación de algunos de los científicos pioneros en climatología desde 1954, y que esas investigaciones ya revelaban que un grave problema climático se produciría.

Entre los científicos cuyas investigaciones financió la industria petrolífera se encuentra Charles Keeling, que, como casi nadie sabe, fue el primero en proponer el establecimiento, en la cumbre del volcán Mauna Loa, en Hawai, de un observatorio para determinar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Desde sus inicios, el observatorio lleva generando lo que se llama la curva de Keeling, una curva que ha resultado ser siempre ascendente, reflejo de la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera al pasar de los días. Para algunos, el establecimiento de este observatorio es uno de los hitos científicos más importantes del pasado siglo, por las repercusiones que la curva de Keeling está teniendo para el presente y el futuro del clima sobre el planeta.

Otro de los científicos citados en el artículo de The Guardian es Samuel Epstein, quien era conocedor de las últimas tecnologías de análisis isotópico que podían identificar cambios en la atmósfera. Este científico, director de investigaciones de Charles Keeling, escribió, en noviembre de 1954: “Las posibles consecuencias de un cambio en la concentración de CO2 en la atmósfera con respecto al clima, las tasas de fotosíntesis y las tasas de equilibrio con el carbonato de los océanos pueden resultar en última instancia de considerable importancia para la civilización.” Me temo que no se equivocaba en lo más mínimo.

Además de estas evidencias, el artículo de The Guardian y otras fuentes indican que hay muchas más, las cuales son reveladoras del interés de la industria petrolífera por conocer desde muy temprano las posibles consecuencias de la emisión de CO2 a la atmósfera. Es posible, y esto es mi propia especulación, que este interés se debiera a la esperanza de que las investigaciones indicaran que el cambio en la temperatura de la Tierra, y otros parámetros climáticos no iba a ser tan dramático. Sin embargo, no fue esto lo que las investigaciones revelaron y, según algunos analistas, tras conocer que la emisión de CO2 resultante de la combustión del petróleo sí iba a tener serias consecuencias en el futuro, la industria petrolífera intentó negarlo o quitarle importancia.

Este fenómeno no es nuevo en la historia de la humanidad, porque la industria del tabaco ha realizado, al parecer, una ocultación semejante al negar las cada vez mayores evidencias que ligaban el consumo del tabaco a diversos tipos de cánceres y a las enfermedades cardiovasculares. Por desgracia, parece ser cierto que algunas personas ponen por delante sus intereses personales a la salud y a la vida de otros. Me temo que esta afirmación no te sorprende, ¿verdad?

No obstante, yo me resisto a creer que pueda haber personas con tanto egoísmo. Necesitaba evidencia adicional sobre si era conocido o no, allá por 1954, que el CO2 acumulado en la atmósfera iba a generar un cambio climático. Hete aquí que, por casualidad, he encontrado esa evidencia, o al menos así me lo parece.

Resulta que documentándome sobre diversos aspectos de la ciencia a través de los medios que caen en mis manos, incluyendo Internet y la inteligencia artificial, me entero de que a finales del siglo XIX y principios del XX los científicos no estaban preocupados por el calentamiento global de la Tierra sino por el enfriamiento global. Eso sí puede sorprenderte, al menos a mí, lo ha hecho. Ante la amenaza de un supuesto pero temible enfriamiento global futuro, los científicos buscaron medidas que lo impidieran. Entre estas encontramos la audaz proposición del ingeniero estadounidense de la Universidad de Illinois William Lamont Abbot. Este fue quien hizo tal vez la primera propuesta de ingeniería climática a nivel planetario, ya que planteó que la humanidad quemara la mayor cantidad de carbón posible para calentar así el planeta gracias al CO2 emitido. De acuerdo con lo que Abbot pensaba, esto evitaría el progresivo enfriamiento de la Tierra y redundaría en importantes beneficios para la humanidad, como el aumento de las superficies cultivables del planeta, lo que impediría que el hambre avanzara sobre la rápidamente creciente población del planeta.

Como era de esperar, muchos científicos no estuvieron de acuerdo con la propuesta, y advirtieron de los peligros de jugar con el clima del planeta sin conocer todos los factores que podrían afectarlo. No obstante, algunos científicos de renombre, como el químico sueco Svante Arrhenius, premio Nobel en 1903, no hicieron ascos a esta propuesta. Claro que hay que tener en cuenta que en Suecia hace mucho frío en invierno incluso hoy, y tal vez Arrhenius, por muy premio Nobel que fuera o pudiera llegar a ser, estuviera demasiado influido por el clima de su país y quisiera apoyar una propuesta que tal vez favoreciera a su nación, calentándola un poco, en detrimento de otras ya suficientemente calientes.

Pero no nos calentemos con estas cosas. Lo anterior parece querer indicar que a finales del siglo XIX ya era conocida la propiedad del CO2 de absorber la radiación infrarroja y no dejar escapar al espacio exterior el calor que llega del Sol. En efecto, así es. Documentándome con aún mayor profundidad, me entero de que el descubridor de que el CO2 y otros gases con carbono en su composición, como el metano, absorben la radiación calorífica del Sol es el físico Irlandés John Tyndall. Tras sus investigaciones en el laboratorio con diversos gases, el 10 de junio de 1859, el mismo año de la publicación de El Origen de las Especies de Charles Darwin, John Tyndall dio una conferencia en la Royal Society británica en la que afirmó: “Cuando el calor es absorbido por el planeta, su cualidad cambia de tal manera que los rayos que emanan del planeta no pueden regresar con la misma libertad al espacio. Así, la atmósfera admite la entrada del calor solar; pero controla su salida, y el resultado es una tendencia a acumular calor en la superficie del planeta.”

¿Qué te parece? Junio de 1859. Casi cien años antes de que la industria petrolífera comenzara a financiar las investigaciones climáticas de las que hemos hablado arriba, John Tyndall ya podía haber predicho que acumular CO2 en la atmósfera conduciría a un calentamiento del planeta. De hecho, sus estudios fueron los que permitieron a William Lamont Abbot realizar su propuesta de quemar carbón para calentar la atmósfera.

Así que ya ves, el conocimiento de que el aumento de CO2 en la atmósfera conduciría al calentamiento global no es cosa de finales del siglo pasado, sino de mediados del siglo XIX. Esto puede dar una idea del poder del negacionismo y la manipulación bien aplicada a la ignorancia general. Por eso es tan importante hacer llegar la ciencia al mayor número de personas posible. Cuéntaselo a todos los que puedas, si te parece bien.

Referencias:

https://www.theguardian.com/us-news/2024/jan/30/fossil-fuel-industry-air-pollution-fund-research-caltech-climate-change-denial

https://www.bbc.com/future/article/20240201-a-us-engineer-had-a-shocking-plan-to-improve-the-climate-burn-all-coal-on-earth

https://en.wikipedia.org/wiki/John_Tyndall

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