El quilo, con “q” es el líquido formado en el duodeno (intestino delgado) por bilis, jugo pancreático y lípidos emulsionados resultado de la digestión de los alimentos ingeridos. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.
Hay fenómenos que se repiten una y otra vez. Algunos son beneficiosos o incluso divertidos, y otros son peligrosos y amenazantes. Entre estos últimos tenemos las epidemias, pandemias y amenazas de estas, que pueden acabar materializándose o no. Una de las más persistentes y recurrentes amenazas de epidemia la sigue constituyendo el virus de la gripe, que en solo unos meses volverá a recorrer el hemisferio norte causando cientos de miles de muertes, sobre todo de personas mayores de sesenta y cinco años no vacunadas, aunque el incremento estacional de casos diste bastante de poder considerarse una epidemia.
Hace unos meses, aumentaba la preocupación por un nuevo brote potencialmente peligroso de gripe aviar altamente patogénico de la clase A H5N1. Hace algo más de veinte años sucedía algo similar, lo que en aquella época obligó a sacrificar cientos de miles de pollos en las granjas de varios países asiáticos y causó un grave perjuicio económico, aunque gracias a esto se aplacó la ira del malévolo dios virus de la gripe y la potencial epidemia fue contenida.
Veamos lo que explicaba en plena crisis de gripe aviar, allá por febrero de 2004, sobre las razones de la peligrosa tendencia del virus de la gripe a causar epidemias con cierta asiduidad y analicemos luego algunas de las similitudes y diferencias con la situación actual que ya os adelanto es un poco más preocupante que la de hace dos décadas, aunque también es cierto que estamos cada vez mejor equipados para detener a los virus.
Esto es lo que sucedía hace algo más de veinte años con el virus de la gripe aviar H5N1. Parece que fue ayer, ¿verdad? ¿Ayer? No, espera, está sucediendo de nuevo hoy. Desde el 16 de marzo de 2024 hasta el 14 de junio de ese año se habían detectado 42 casos de gripe aviar altamente patogénica de la variedad H5N1. No parecen ser muchos, quizá no se entienda la preocupación, pero es que en esta ocasión ha sucedido algo que no había sucedido antes: el virus de la gripe aviar es también capaz de infectar a las vacas lecheras y es capaz de ser secretado en la leche en forma infecciosa, por lo que beber leche de vaca cruda o incorrectamente tratada podría resultar una fuente de infección a los seres humanos.
De nuevo, esto podría no ser preocupante si cualquier vaca contaminada mostrara siempre signos de enfermedad, pero esto no sucede siempre. Puede haber numerosas vacas infectadas con el virus que no muestran síntomas, pero que secretan partículas infecciosas en la leche. Así que la detección del virus en unas cuantas vacas puede esconder una situación mucho más preocupante.
La situación sería también menos preocupante si los seres humanos hiciéramos caso de lo que la ciencia nos enseña y no nos pusiéramos tan frecuentemente y en tan elevado número en su contra, lo que en realidad es equivalente a darse un tiro en el pie. Con respecto a la leche, la ciencia nos ha enseñado que tomarla cruda entraña serios riesgos de infección con Salmonella, Escherichia coli, esa bacteria últimamente tan olímpica en el Sena de París, Listeria, otra bacteria muy peligrosa, y Campylobacter, una bacteria muy común que causa diarreas en los humanos. A pesar de esto, se ha extendido en algunos países la moda de tomar leche cruda, porque, supongo que argumentan, lo natural es bueno y más sabroso y lo procesado, malo y soso. Y claro, la leche cruda es natural y buena y la pasteurizada o la tratada con el método UHT es artificial y mala. Sin embargo, hay una razón para tratar la leche con esos métodos, y es evitar las infecciones con los patógenos mencionados. Cuando era un niño y la leche cruda era la única que se podía comprar, nuestros mayores habían aprendido que era necesario hervir la leche antes de beberla para evitar enfermedades. No parece que los bebedores de leche cruda modernos practiquen hoy este sabio y prudente método, a tenor de lo que puede deducirse por el brote de más de ciento sesenta y cinco casos de Salmonelosis ocurrido en California en febrero de 2024 entre amantes de leche cruda. Ahora, además, la lista de microorganismos patógenos incluye al virus de la gripe aviar H5N1 que parece ha desarrollado una variante capaz de infectar a las vacas. La moda de tomar leche cruda se convierte en un peligro mayor para el que la toma y para los demás.
Y la razón no es solo que la persona que beba leche cruda pueda resultar infectada con la gripe aviar, sino que puede ser un punto de mezclado de virus de la gripe, como explicaba hace veinte años, que esto se sabe desde hace mucho, no de ayer. Si la persona que bebe leche cruda infectada con H1N5 se infecta además con el virus de la gripe estacional de las clases H1N1 o H3N2, podría surgir así un nuevo virus causante de una grave epidemia. La gripe estacional ya causa entre 300.000 y 650.000 muertes anuales. Una epidemia con un virus nuevo aumentaría dramáticamente estas cifras. Millones de muertos por la ocurrencia de tomar leche cruda. Es improbable, pero podría suceder, sobre todo porque el número de imprudentes es demasiado elevado. Y es que, en este planeta tan hiperconectado, la imprudencia y la ignorancia de una persona puede desencadenar un efecto mariposa que no solo atrapará a los capullos de los que la mariposa surgió.
Antes de terminar, no me quedo tranquilo si no recuerdo brevemente lo que quieren decir las letras H y N aplicadas al nombre de las clases de virus de la gripe. H y N son las iniciales de dos proteínas del virus llamadas hemaglutinina y neuraminidasa. Estas proteínas son fundamentales para la virulencia e infectividad del virus de la gripe.
La hemaglutinina es responsable de la adhesión del virus a las células del hospedador. Se enlaza a proteínas presentes en las células epiteliales del tracto respiratorio que el virus utiliza como anclaje para unirse a ellas. Esto permite que el virus entre en la célula y comience la infección. Se han identificado al menos 18 subtipos diferentes de hemaglutinina (H1 a H18).
Por su lado, la neuraminidasa facilita la salida al exterior de las nuevas partículas virales producidas por las células infectadas. Después de que el virus se ha replicado dentro de la célula hospedadora, generando cientos de nuevas partículas víricas infecciosas, estas también quedan enlazadas a la membrana de la célula mediante la hemaglutinina. En este caso, esta unión es contraproducente, ya que las partículas víricas deben ser liberadas de modo que puedan encontrar a nuevas células a las que infectar. La neuraminidasa actúa en ese momento y corta los enlaces entre la hemaglutinina y los receptores del virus, lo que permite que los virus recién formados se suelten y pasen al medio extracelular, donde podrán infectar otras células. Se han identificado 11 subtipos diferentes de neuraminidasa (N1 a N11). La combinación específica de las variantes de hemaglutinina y neuroaminidasa determina las propiedades del virus, incluida su capacidad de infectar a distintas especies animales y su virulencia. Los anticuerpos más eficaces generados por el sistema inmunitario van dirigidos contra la hemaglutinina y la neuraminidasa, y por esta razón una nueva combinación de estas proteínas en un nuevo virus hace que los anticuerpos previamente dirigidos contra otras variantes de H y de N que infectaron previamente a la población no sean eficaces.
Jorge Laborda (28/08/2024)
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