Ulises nos propone recuperar la visión del firmamento y lo hace con un conjunto de ideas que pueden servir de base para una lección inolvidable. Mezcla la ciencia, el arte y la mitología con un objetivo: comprender nuestro lugar en el Universo y compartir con los más pequeños o con las personas que queremos la pasión por la Ciencia.

La Mitología habla del nacimiento de la Vía Láctea con un cuento en el que intervienen el poderoso Zeus, infiel a su esposa Hera, y Hércules, recién nacido, con sus extraordinarios poderes. Es una historia preciosa, contada por Ulises en su lección de hoy, que sirve para mantener a nuestros hijos y amigos con la boca abierta al mismo tiempo que les enseñamos a mirar el firmamento estrellado.

El lienzo pintado por Tintoretto (1575-1582) y titulado "El origen de la Vía Láctea" muestra la historia mitológica y añade otro elemento más que puede hacer en inolvidable una lección de astronomía.

Por último, la Ciencia, la realidad astronómica, una realidad oculta, desgraciadamente, tras el velo de luz que envuelve a las ciudades modernas.

Con estos tres elementos sólo necesitamos escoger un lugar adecuado, lejos de la luz ambiental que apaga el brillo de las estrellas. Merece la pena el esfuerzo. Hay que buscar un lugar alejado de las ciudades, preferiblemente en campo abierto. Un espacio tranquilo para mirar al firmamento en medio de una sinfonía de grillos. Una vez allí, tumbados en el suelo, el firmamento nos ofrece un espectáculo inolvidable.

En un primer momento nos sentimos fascinados por la visión. Las estrellas más brillantes, las únicas que podemos ver en la ciudad, pierden protagonismo y se mezclan irreconocibles con una inmensa multitud de estrellas. Unos minutos bastan para sentir, sobrecogidos, los extremos: la extrema inmensidad del Universo y la extrema pequeñez del ser humano. Y, cuando la vista se acostumbra, vemos, surcando el mar de estrellas, una mancha neblinosa se extiende dividiendo en dos el firmamento. Es la Vía Láctea, nuestra galaxia.

Ése es el momento ideal para comenzar. Unidos por la magia del lugar, la historia de Zeus, Hera y Hércules cobra vida y las personas que nos escuchan van labrando en su cerebro una conexión imperceptible entre la Ciencia y el cuento; una conexión que vale más que muchas horas de estudio. Con la mente abierta de par en par, es la hora de comentar que esa neblina difusa que surca el firmamento no es una nube sino estrellas, miles de millones de estrellas, que la franja blanquecina es nuestra visión de la enorme aglomeración de soles que forman nuestra galaxia. La Vía Láctea.

Así, el momento especial, la historia mágica y la Ciencia graban la experiencia en el cerebro de las persona que nos escuchan. Nos recordarán… toda su vida.