Desde abril de 1995, el profesor Ulises nos ha ido contando los fundamentos de la ciencia. Inspirado por las aventuras de su ilustre antepasado, el protagonista de la Odisea, la voz de Ulises nos invita a visitar mundos fascinantes, sólo comprendidos a la luz de los avances científicos. Con un lenguaje sencillo pero de forma rigurosa, quincenalmente nos cuenta una historia. Un guión de Ángel Rodríguez Lozano.
Ulises nos habla hoy de la construcción de la Gran Pirámide de Guiza, una de las siete maravillas del Mundo Antiguo. Su fuente de inspiración es el segundo de los Nueve Libros de Historia del griego Heródoto que vivió entre el 484 y el 425 a. C.
A decir de Heródoto, el faraón Queops (su nombre real era Khufu) fue un gobernante sin escrúpulos que sumió a Egipto en la miseria. Reinó desde el año 2509 hasta el 2483 a. C., cerró los templos, impidió ofrecer sacrificios y ordenó que todos los egipcios trabajaran para él y para su obra titánica: la construcción de la Gran Pirámide. Sin embargo, los egiptólogos discrepan de la versión transmitida por el historiador griego. La idea actual es que Queops o Khufu no fue un tirano, sino que durante su gobierno la administración del Estado egipcio alcanzó un grado de eficacia considerablemente superior al que tendría después.
Heródoto no sólo habla de Queops en su libro, también cuenta historias sobre sus dos sucesores, Quefrén y Micerino, autores de las otras dos grandes pirámides del complejo de Guiza.
De Quefrén dice lo siguiente: “Decían los egipcios que este Queops reinó cincuenta años, y que a su muerte, heredó el reino su hermano Quefrén. Éste se condujo del mismo modo que el otro en general y particularmente en levantar otra pirámide que no llega a las dimensiones de la de Queops y que yo mismo medí… Reinó cincuenta y seis años. Calculan que ésos son los ciento seis años durante los cuales los egipcios vivieron en total miseria y durante todo ese tiempo los templos, que habían sido cerrados, no se abrieron. Por el odio contra los dos reyes, los egipcios no tienen mucho deseo de nombrarlos; de suerte que da a las pirámides el nombre del pastor Filitis, quien por aquel tiempo apacentaba rebaños por aquellos lugares.”
“Decían que después de Quefrén reinó Micerino, hijo de Queops. Éste, disgustado con los actos de su padre, abrió los templos, y permitió al pueblo, oprimido hasta la última miseria, que se retirara a sus ocupaciones… Entre todos los reyes, fue el que dio más justas sentencias, y por eso ensalzan a Micerino sobre todos cuantos fueron reyes de Egipto.”
Pero Micerino no tuvo un final feliz, como cuenta Herodoto:
“Le sucedió lo siguiente a Micerino: le llegó de la ciudad de Buto un oráculo con el aviso de que iba a vivir sólo seis años, y morir en el séptimo. Lleno de indignación, Micerino envió al oráculo a reprochar a su vez al dios porque su padre y su tío, que habían cerrado los templos, sin preocuparse de los dioses, oprimiendo además a los hombres, habían vivido largo tiempo y él, que era pío, iba a morir pronto. Vínole del oráculo la segunda respuesta que por lo mismo se le acortaba la vida, por no haber hecho lo que debía hacer, pues Egipto debía ser oprimido durante ciento cincuenta años, y sus dos antecesores lo habían comprendido y él no. Oído esto y advirtiendo Micerino que su fallo estaba ya dado, mandó fabricar gran cantidad de lámparas y, cuando llegaba la noche, las encendía, bebía y se daba buena vida día y noche, sin cesar, paseando por los pantanos y los prados y por dondequiera hubiese muy buenos lugares de recreo. Todo lo cual discurrió con el intento de demostrar que el oráculo había mentido, para tener doce años en lugar de seis, convirtiendo las noches en días”.
También Micerino dejó una pirámide, mucho menor que la de su padre.
Les invitamos a escuchar la historia de Ulises y la Gran Pirámide.
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