Desde abril de 1995, el profesor Ulises nos ha ido contando los fundamentos de la ciencia. Inspirado por las aventuras de su ilustre antepasado, el protagonista de la Odisea, la voz de Ulises nos invita a visitar mundos fascinantes, sólo comprendidos a la luz de los avances científicos. Con un lenguaje sencillo pero de forma rigurosa, quincenalmente nos cuenta una historia. Un guión de Ángel Rodríguez Lozano.
La descripción de los Jardines Colgantes de Babilonia nos ha llegado gracias a los historiadores griegos que vivieron después. Cuentan que los jardines colgaban a 50 metros sobre el suelo. Las terrazas eran sostenidas por dos tipos de columnas, unas huecas y rellenas de tierra para albergar las raíces de los árboles, otras estaban vacías y contenían equipos hidráulicos destinados al riego.
El historiador Filón de Bizancio describió así aquel lugar:
Los Jardines Colgantes contenían plantas cultivadas por encima del nivel del suelo y las raíces de los árboles se enredaban en las elevadas terrazas en lugar de hacerlo en la tierra. Toda esa masa verde era soportada por columnas de piedra… Chorros de agua emergían desde fuentes elevadas y se distribuían por toda la estructura en canales inclinados… Las aguas regaban el jardín saturando las raíces de las plantas y llenando todo de humedad. En ese ambiente la hierba siempre estaba verde y las hojas de los árboles crecían firmemente unidas a las flexibles ramas…. Todo rezumaba arte y lujo real y se extendía suspendido por encima de las cabezas de los visitantes.
¿De donde salió el conocimiento para crear un lugar tan extraordinario?. Babilonia, realmente fue la heredera de milenios de desarrollo que empezaron con los Sumerios, un pueblo que floreció en una región situada entre los ríos Tigris y el Eufrates, en lo que ahora es Irak. Los Sumerios fueron los primeros en crear una escritura basada en símbolos, como la nuestra, hace más de 5 000 años. Esa escritura, llamada cuneiforme, se plasmaba en tablas de arcilla que después eran endurecidas mediante cocción o simplemente dejándolas al sol. Muchas de esas tablillas han llegado hasta nuestros días y gracias a ellas sabemos que aquella región fue cuna de matemáticos, astrónomos, arquitectos, legisladores, etc.
Las matemáticas alcanzaron un desarrollo impresionante para la época, además de las cuatro reglas principales, los babilonios aprendieron a utilizar potencias y raíces cuadradas. En una tableta de arcilla escrita entre el año 1900 y 1600 AC apareció escrito un famoso teorema: El teorema de Pitágoras. Lo escribieron más de mil años antes de que naciera el gran matemático y filósofo griego.
En arquitectura su legado llega hasta nuestros días. Las casas se construían con gruesas paredes de adobe o ladrillos que son, entre otras cosas, un sistema estupendo para combatir las temperaturas extremas. Los muros anchos son a un tiempo aislantes y acumuladores de calor porque durante las horas más calientes del día el flujo de calor desde el exterior hasta el interior se retarda y el interior permanece más fresco, en cambio, en las horas frías de la noche, el interior de la vivienda se calienta con el calor acumulado durante el día.
En ciertas regiones de Irán e Irak, los herederos de la cultura babilónica emplean medios aún más sofisticados. Existen torres eólicas que son elevadas chimeneas situadas a cierta distancia del edificio y conectadas con él por el sótano mediante un túnel. Encima del túnel se ponen plantas que al ser regadas mantienen húmedas las paredes. Al soplar el viento se producen corrientes de aire que ventilan y refrescan toda la vivienda.
Pero lo más curioso es que ahora, cuando las ciudades modernas han crecido al abrigo de una energía que hasta hace muy poco era barata, nos estamos dando cuenta del valor que tienen las lecciones que nos dieron nuestros antepasados. Ulises nos lo cuenta hoy en su historia.PARA AMPLIAR
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