Hablamos con Alberto Castro Tirado.

Una de las mayores aportaciones de la Astronomía ha consistido en hacer volar nuestra imaginación hacia mundos extraños y de gran belleza. Les invito a visitar un lugar muy especial que pueden observar a simple vista: Las Pléyades.

Las Pléyades deben su nombre a los antiguos griegos. Aficionados como eran a las fábulas, los griegos identificaron este grupo de estrellas con Siete Hermanas mitológicas, hijas del Titán Atlas, que habían sido perseguidas por el Gigante Orión durante siete años. Tanta persecución llevó a perseguidor y perseguidas hasta el firmamento, y allí siguen: Las Siete Hermanas (Las Pléyades) siempre bajo la atenta mirada de Orión.

El nombre tiene su lógica porque, a simple vista, tan solo es posible distinguir seis o siete estrellas del conjunto, pero la astronomía ha avanzado mucho y ahora sabemos que allí se aglutinan no menos de 500 estrellas.

Lo que más sorprende al mirar Las Pléyades con un telescopio es que sus estrellas parecen agruparse formando parejas o tríos, forman lo que se conoce como sistemas dobles o múltiples. Ante tanta belleza uno no puede evitar preguntarse ¿Cómo será el firmamento desde un planeta que gire alrededor de una de esas estrellas?

No muy lejos de Las Pléyades, en la constelación de Orión, existe otro cúmulo abierto muy espectacular: El Trapecio. Es una región asombrosa en la que se agolpan miles de estrellas en un espacio muy reducido.

Comparemos aquel lugar con el nuestro para hacernos una idea: Imaginemos que construimos una esfera de un año-luz de radio que tiene su centro en el Sol -un año luz es la distancia que recorre la luz a lo largo de todo un año y equivale a unos 10 billones, con "b", de kilómetros-. Pues bien, el Sol es la única estrella contenida en esa inmensa esfera imaginaria. Es una estrella solitaria.

Si el Sol fuera una de las estrellas del cúmulo abierto del Trapecio, tendría a su alrededor, en ese mismo espacio, más de 200 estrellas. Viviríamos bajo un cielo extraordinariamente brillante, muchas de las estrellas lucirían incluso a la luz del día y la noche quedaría desterrada por el brillo continuo de cientos de pequeños soles lejanos. Una vez más veríamos muchísimos de ellos agrupados en parejas o en conjuntos mayores danzando, incansables, los unos alrededor de los otros.

Estrellas binarias, triples, múltiples, mundos fascinantes que hoy visitaremos gracias a las explicaciones de D. Alberto Castro Tirado, físico e investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Escuchen ustedes la entrevista.