En esta segunda entrega sobre drones, Israel Quintanilla, profesor de ingeniería Aeronáutica e ingeniería Geomática de la Universidad Politécnica de Valencia, habla de la formación y los retos que en el futuro deberán afrontar aquellas personas que decidan pilotar un dron. Aunque la normativa actual en España no permite volar drones por encima de los 150 metros de altitud, para no interferir con las vías de comunicación aérea, el futuro inmediato promete ser muy distinto. Escuchando al profesor Quintanilla es fácil imaginar un mundo surcado por drones de todos los tamaños y capacidades que vuelen en un plano de igualdad con las aeronaves tripuladas. Si esa premisa es cierta, y todo apunta a que sí lo es, tampoco es difícil imaginar verdaderas legiones de drones surcando el aire para realizar los más variados cometidos: reparto de mercancías, labores de inspección de instalaciones, vigilancia de incendios, inspección de zonas catastróficas, observación del territorio, fotografía, etc. Un campo de aplicaciones tan diverso es el tema de la segunda parte de la entrevista que hoy les ofrecemos.

El piloto de dron del futuro.

Como dice nuestro invitado, parafraseando a un controlador, a la hora de ordenar el tráfico aéreo solo existen aeronaves en el aire. Da igual si éstas llevan al piloto en su interior o si la persona que la controla está situado en tierra pilotando por control remoto. Cualquier pasajero de avión estará de acuerdo en que, al volar en una aeronave, lo importante es que el espacio aéreo sea seguro. El volumen de vuelos que aterrizan y despegan de un aeropuerto internacional como el de Madrid- Barajas diariamente supera el millar y no hay accidentes. La razón es fácil de entender, todos los vuelos cumplen estrictamente las normas de seguridad que rigen el tráfico aéreo. En un futuro cercano, cuando los drones compartan el espacio aéreo con los aviones tripulados, las normas deberán ser respetadas de igual manera por todos, drones o no drones. Esta idea tan simple, en apariencia, encierra una verdad que tarde o temprano deberá ser tenida en cuenta: Cuando los drones compartan el espacio aéreo con los aviones comerciales, el piloto del dron deberá tener, además de los conocimientos y la destreza necesarios para pilotar su aparato, la preparación, la experiencia en horas de vuelo, el conocimiento de las normas sobre de seguridad aérea, comunicaciones y que se exigen a un piloto de una aeronave comercial.

Dado que estamos hablando de un campo de actividad muy joven, que evoluciona a una velocidad vertiginosa, es fundamental mirar al futuro con una mente abierta. Así lo hace nuestro invitado de hoy, Israel Quintanilla, y un conjunto de profesores de la Universidad Politécnica de Valencia. La prueba es el curso sobre Pilotaje de Sistemas de Aeronaves Tripulados por Control Remoto (RPAS) en el que se prepara a los pilotos de drones para afrontar los retos que el presente y futuro demandarán a estas aeronaves no tripuladas.

Aplicaciones de los drones.

Un dron, en su descripción más simple, es una aeronave no tripulada o, quizás sea mejor dicho, tripulada a distancia por control remoto. Dicho así la descripción deja mucho que desear porque incluiría a los aparatos de aeromodelismo, a los drones de juguete que se pueden comprar por pocos euros en cualquier establecimiento o los misiles militares capaces de recorrer enormes distancias hasta alcanzar su objetivo con poco amigables intenciones. La nueva concepción de “dron”, sin embargo, va más allá. Un dron es más que un juguete y muchísimo más que una bomba volante. El verdadero valor de un dron es que además de volar sin poner en peligro la integridad física de su piloto, puede realizar una enorme variedad de cometidos que prometen proporcionar beneficios insospechados a la sociedad. Estamos ante una auténtica revolución tecnológica.

En el programa anterior, Israel Quintanilla nos ofrecía un ejemplo muy gráfico de aplicación de los drones. Una empresa de energía eólica puede tener aerogeneradores inmensos que se elevan decenas de metros sobre su base, algunos más de un centenar. Inspeccionar las palas de esos monstruos, cuya presencia haría palidecer al mismísimo Don Quijote, es un reto importante. Un dron equipado con los equipos de observación adecuados puede hacerlo por un bajo coste y controlado con toda seguridad desde tierra. Puede ir equipado con cámaras capaces de detectar la más pequeña fisura o muestra de fatiga del material de las aspas, incluso cuando están en movimiento, si el piloto del dron es lo suficientemente hábil.

Los drones son herramientas valiosas en la agricultura de precisión. Existen plantaciones de decenas de hectáreas de maíz, por dar un ejemplo, que son imposibles de inspeccionar a pie porque una persona es incapaz de cubrir las enormes distancias entre plantas que impiden la visión más allá de un par de metros y cuyas hojas cortan como sierras. Un dron cargado de sensores puede sobrevolar sin descanso la plantación facilitando una medida fiel del grado de crecimiento de las plantas, uso del agua de riego, extensión de las plagas o falta de nutrientes. Todo esa información la recibe el agricultor bajo el techo de un centro de control y sin tener que patear el campo bajo el sol abrasador.

Las imágenes tomadas desde un dron equipado con sensores infrarrojos pueden ser de importancia capital en la detección precoz de incendios forestales, búsqueda de personas extraviadas o localización de supervivientes de accidentes o catástrofes. Recientemente se está desarrollando un dron para inspeccionar el interior de las estancias cargadas de radiación de la Central nuclear de Fukushima que fue dañada gravemente por el maremoto que azotó Japón en marzo de 2011. Esta aplicación es una muestra de la importancia y versatilidad de los drones para analizar lugares inaccesibles o peligrosos.

Los drones equipados con cámaras de observación pueden, gracias a su movilidad y escasa interacción con el medio, seguir a los animales en libertad contribuyendo a la investigación y protección de las especies salvajes. Los datos recopilados de esta manera, además de ser económicamente mucho más accesibles, permiten una vigilancia continuada del medio lo que da la posibilidad de conocer la evolución de una población y sus hábitos de conducta.

En el curso de verano de la Universidad Politécnica de Valencia sobre Aplicaciones de sistema de aeronaves no tripuladas (Drones) dirigido por Israel Quintanilla se habla de estas y muchas otras cosas: Fotogrametría, teledetección, cartografía, topografía, aplicaciones para la construcción, periodismo gráfico, etc.

Les invitamos a escuchar a Israel Quintanilla, profesor del Departamento de Ingeniería Cartográfica de la Universidad Politécnica de Valencia. Actualmente imparte docencia en el Master de Ingeniería en Geomática y Geoinformación y en el Grado y Master de Ingeniería Aeronáutica. Es el director del Título Universitario de Pilotaje de Sistemas de Aeronaves Tripulados por Control Remoto (RPAS), así como del de Aplicaciones de Sistemas de Aeronaves no Tripuladas (Drones). Sus líneas de investigación se centran en los sistemas de navegación aérea por satélite (SBAS) y en aplicaciones de Drones en el ámbito de la Geomática.

ACLARACIÓN: En una primera edición de la entrevista se mencionaba el accidente que sufrió el cantante Enrique Iglesias con un dron durante una actuación en México. El profesor Quintanilla comentaba que en este país no existe todavía una normativa sobre estos aparatos. Gracias al correo enviado por Adolfo Hernández desde México, nos hemos enterado que el pasado 15 de abril de 2015 se aprobó la normativa sobre Requerimientos para operar un sistema de aeronave pilotada a distancia

Gracias a Adolfo Hernández por su mensaje.

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