El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
El 23 de abril de 2014, a las 9 de la noche Tiempo Universal, el satélite Swift de la NASA y un conjunto de telescopios robóticos terrestres detectaban una tremenda explosión de energía en una pequeña estrella cuya masa apenas es un tercio de la del Sol. La estrella protagonista de nuestra historia es la menor de las dos que forman el sistema binario DG CVn, situado a una distancia de 60 años luz en la constelación Canes Venatici (Lebreles o Perros de caza). A pesar del pequeño tamaño de la estrella, la energía liberada superó en decenas de miles de veces a la erupción solar más grande jamás observada en nuestra estrella. Aquel evento extraordinario atrajo la atención de nuestra invitada de hoy María Dolores Caballero García, quien junto a un buen número de investigadores de varios países ha publicado recientemente el artículo científico que hoy comentamos durante la entrevista.
El Sol nos tiene acostumbrados a manifestaciones de energía que se conocen como erupciones solares. Una erupción solar es una violenta explosión que tiene lugar en la fotosfera del Sol donde los campos magnéticos se retuercen y se distorsionan. Cuando se produce una erupción, se libera una enorme cantidad de energía que, eventualmente, puede alcanzar a la Tierra y afectar a las comunicaciones, aunque, hasta ahora, sus efectos no son catastróficos para nosotros. Sin embargo, la erupción detectada en DG CVn fue tan energética que, de haber ocurrido en el Sol, probablemente la vida terrestre habría sido barrida casi por completo.
No obstante, aunque las causas de tal demostración de fuerza se desconocen con certeza, al parecer, existen, a la vez, grandes parecidos y notables diferencias entre DG CVn y el Sol. Los parecidos se centran en la composición, detectada a partir de la luz que nos llega de la lejana estrella. Entre las diferencias destacan dos: la edad y la velocidad de rotación. DG CVn es una estrella muy joven, se calcula que tiene con una edad de apenas 30 millones de años, una nimiedad si lo comparamos con los 5.000 millones que lleva el Sol iluminando a su entorno. Otra gran diferencia es que DG CVn gira sobre su eje mucho más rápido, un giro que podría alimentar los campos magnéticos y favorecer las explosiones de energía.
La evolución de la estrella después de su extraordinaria erupción ha sido continua. Junto al satélite Swift ha sido observado por telescopios distribuidos por toda la Tierra: Pi of the Sky, BOOTES-2, el instrumento OSIRIS del Gran Telescopio de Canarias (GTC), BTA-6, etc.
Describe para nosotros los últimos descubrimientos sobre este acontecimiento singular la investigadora María Dolores Caballero García, doctora en astrofísica por la Universidad de Barcelona, es una persona acostumbrada a escudriñar el cielo analizando fuentes estelares que emiten radiación en rayos X y en luz visible. Desde 2008 he realizado estancias postdoctorales en Cambridge, Creta y Milán, y en el momento de la entrevista se encuentra realizando una estancia postdoctoral en Praga, en la Universidad Técnica de la República Checa. Allí estudia la astrofísica de estrellas “exóticas” (desde estrellas parecidas al sol a estrellas de neutrones).
Los firmantes del artículo Early optical follow-up of the nearby active star DG CVn during its 2014 superflare dedican el trabajo al investigador Javier Gorosabel, recientemente fallecido, por su dedicación y sus aportaciones al estudio de las fuentes cósmicas de rayos gamma de origen desconocido.
REFERENCIA:
Early optical follow-up of the nearby active star DG CVn during its 2014 superflare
Computación cuántica. Explosiones de Rayos Gamma. en memoria de Javier Gorosabel.
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