El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
El universo está plagado de objetos extraños que no dejan de sorprendernos. Hoy hablamos de un tipo de ellos que podríamos situar entre los más enigmáticos. Su nombre es “Magnetar”, un objeto pequeño y extraordinariamente denso, tanto, que puede contener la masa del Sol en una esfera de una decena de kilómetros de radio, rodeado por un campo magnético tan potente que cuesta trabajo imaginar, incluso para los más iniciados. No exagero en absoluto al decir estas cosas. Voy a dar algunos datos para que nos podamos hacer una idea.
El campo magnético de la Tierra, que tiene fuerza suficiente para orientar la aguja de una brújula, tiene una intensidad inferior a un Gauss (el Gauss es una unidad utilizada para medir la intensidad de los campos magnéticos). La verdad es que la Tierra no puede presumir de tener un campo magnético fuerte, la prueba es que un simple imán, de los que pegamos a la puerta del frigorífico, tiene una intensidad 100 veces mayor. Algunos aparatos utilizados en los hospitales, como los equipos de Resonancia Magnética Nuclear (RMN), que nos permiten visualizar lo que sucede en el interior de nuestros cuerpos sin necesidad de abrir, tienen campos magnéticos mucho más potentes, de unos 10.000 Gauss. Y si comparamos con equipos de investigación más sofisticados, como son los aceleradores de partículas, los campos magnéticos utilizados en ellos son aún mayores. Los imanes superconductores del LHC, el acelerador más potente que se ha construido, tienen una intensidad 8,3 veces mayor que un equipo de RMN y el campo magnético de intensidad más alta que se ha podido construir llega a los 450.000 gauss. Parece mucho, ¿verdad?, pues con esos campos, a un magnetar no le llegaríamos ni a la altura del zapato.
Si tuviéramos que escribir con todos sus ceros la intensidad del campo magnético de un magnetar, lo tendríamos que expresar así: 1.000.000.000.000.000 gauss. Ante tal demostración de energía, es comprensible que los científicos los busquen con ahínco, no solamente para observarlos sino para intentar comprender toda la física que encierran. Con ese objetivo en mente, no dudan en utilizar las más sofisticadas armas de las que nos proporciona la más alta tecnología: telescopios espaciales de rayos X y gamma, los telescopios ópticos más grandes y radiotelescopios. Nuestra invitada, Nanda Rea, profesora del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC) y del instituto Antón Pannekoek de la Universidad de Amsterdan, es una de esas personas que dedican toda su ciencia a la búsqueda y comprensión de los magnetares.
Durante más de una decena de años de investigación, Nanda Rea ha contribuido a la comprensión de los magnetares aportando nuevas ideas. Según se desprende de sus trabajos, los magnetares no sólo tienen un campo magnético extremadamente intenso, sino que, además, su magnitud puede sufrir cambios repentinos que multiplican la intensidad magnética hasta 1000 veces. En ese proceso, se producen enormes llamaradas de radiación en forma de rayos X y gamma que pueden llegar a perturbar la ionosfera terrestre. El descubrimiento de magnetares de campos magnéticos débiles que pueden tener estas violentas demostraciones de fuerza, ha hecho a Nanda Rea merecedora de la prestigiosa Medalla Zeldovich, concedida el 2014 por la Academia de las Ciencias Rusa.
Les invito a escuchar a Nanda Rea, profesora del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC) y del instituto Antón Pannekoek de la Universidad de Amsterdam
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