El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
La naturaleza, a veces, propone soluciones macabras en aras de la supervivencia. Un ser vivo que, debido a la escasez de nutrientes, se encuentra en una situación límite que amenaza su propia existencia puede, en un acto desesperado, optar por devorar una parte de su cuerpo con el fin de prolongar la vida con la esperanza de que cambien las circunstancias. Este comportamiento se conoce como autofagia, una palabra que deriva de dos raíces griegas, auto (uno mismo) y phagos (comer). No faltan imágenes de este comportamiento, ni en la mitología ni en la ficción. Una prueba de ello es la imagen de Uroboros, una criatura mitológica, mezcla e entre serpiente y dragón, que se representa en las distintas culturas devorando su propia cola.
Sin embargo, aunque la ficción nos proporcione ejemplos tan llamativos, la realidad es que la autofagia existe, pero suele estar restringida al mundo de las células. Nuestro invitado, Ricardo Sánchez Prieto y su equipo del Laboratorio de Oncología Molecular del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas, de la Universidad de Castilla-La Mancha, explica la autofagia de esta manera: “la autofagia la podríamos definir como el proceso de reciclaje de las células. Cuando una célula se queda sin nutrientes o tiene orgánulos o proteínas dañadas, lo que hace es degradarlas para recuperar los componentes esenciales. Esto es como si nosotros tiramos un muro y nos quedamos con los ladrillos para utilizarlos de nuevo”.
Este proceso es totalmente natural en las células de nuestro propio organismo, aunque, como sucede con cualquier proceso orgánico, cuando las células tienen comportamientos anómalos, pueden surgir enfermedades relacionadas con él. Un buen ejemplo es el cáncer, que es el campo en el que trabajan Ricardo Sánchez Prieto y su equipo. Una célula cancerosa es una célula dañada, un daño que la lleva a crecer sin control y poner en peligro al propio organismo. Tradicionalmente se pensaba que la autofagia es una herramienta que las células utilizan para evitar convertirse en cancerígenas, su funcionamiento es este: si la célula detecta una parte deteriorada o con mal funcionamiento, puede emplear la autofagia para eliminar la parte dañada y reutilizar los componentes, volviendo así a su estado normal.
Sin embargo, todo mecanismo tiene siempre su lado menos tranquilizador y la autofagia, en ciertas ocasiones, puede tener un efecto contrario. Podría potenciar el nacimiento de un nuevo tumor. Esto puede suceder en las metástasis. Cuando una célula de un tumor, de pulmón, por ejemplo, se separa de él y es transportada por la sangre a otro órgano, por ejemplo el cerebro, en un principio se encuentra fuera de su ambiente y no es capaz de aprovechar los nutrientes del lugar. En ese momento, la autofagia puede favorecer la supervivencia el tiempo necesario para adaptarse al medio y, una vez conseguida la adaptación, generar un nuevo tumor. Lógicamente, este comportamiento tiene limitaciones, la autofagia es un mecanismo de defensa de la célula, que consume sus recursos y funciona tan sólo por un tiempo limitado. Si el tiempo que la célula necesita para adaptarse al nuevo medio es excesivo, la posibilidad de reciclaje interior se agota y la célula muere. Este comportamiento abre las puertas a posibles tratamientos futuros del cáncer que favorezcan y potencien la autofagia. Esta es la línea en la que se apoya la investigación de Sánchez Prieto y su equipo.
En un trabajo recientemente publicado en Oncotarget, firmado por Jesús García Cano y un conjunto de investigadores de España y Francia, coordinado por Ricardo Sánchez Prieto, se estudia la relación entre la resistencia de ciertas células de cáncer de pulmón a la quimioterapia tradicional, con el mecanismo de autofagia. La investigación, realizada con dos líneas celulares de cáncer de pulmón, permitió descubrir que, cuando las células cancerosas eran tratadas con un compuestos que estimulaban la autofagia, como el monoplatino, las células perdían la capacidad de resistencia.
Les invito a escuchar a “Ricardo Sánchez Prieto“https://www.researchgate.net/profile/Ricardo_Sanchez-Prieto, director del Laboratorio de Oncología Molecular, Unidad de Medicina Molecular del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas, de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Referencias:
García-Cano J, et al. Exploiting the potential of autophagy in cisplatin therapy: A new strategy to overcome resistance. Oncotarget. 2015 Jun 20;6(17):15551-65. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4558170/
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