El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
El título del programa de hoy tiene como base un artículo publicado por nuestra invitada, Virginia Rodríguez Robledo, en el blog “Ciencia Química en el siglo XXI”: http://justoginer.com/2018/02/13/sentido-y-sensibilidad-en-los-metodos-de-analisis-quimico/#more-4113. En él Virginia habla de los métodos de análisis que la química moderna utiliza para detectar cantidades cada vez más pequeñas de sustancias contenidas en una muestra biológica. Detectar la presencia de una molécula y cuantificar la cantidad de ella que existe en una pequeña cantidad de sangre o de orina, en un alimento, en un trozo de tejido extraído de un paciente o de la víctima de un delito es, en muchos casos, un reto impresionante que exige el empleo de novedosas tecnologías y métodos de investigación.
Virginia Rodríguez nos pone un ejemplo fácil de comprender durante la entrevista: los controles de dopaje en los atletas de élite. Detectar la presencia de sustancias dopantes ilegales utilizadas para aumentar el rendimiento físico de forma tramposa obliga a desarrollar métodos analíticos capaces de detectar nanogramos (mil millonésima de gramo) o picogramos (billonésimas de gramo) por litro de sangre u orina del deportista. Estos estudios exigen conocer las sustancias dopantes así como los derivados de éstas cuando son metabolizadas por el organismo, aunque, en algunos casos, las sustancias empleadas son desconocidas y descubrirlas es un reto añadido.
En muchos casos, ni siquiera se pretende detectar la sustancia química dopante sino los indicios de una actitud sospechosa. Este es el caso de las autotransfusiones que durante mucho tiempo utilizaron ciertos deportistas para ocultar los restos de las drogas utilizadas. En estos casos, se extraía la sangre al deportista cuando estaba libre de sustancias prohibidas y se almacenaba en bolsas en una cámara frigorífica para volver a ser introducida más adelante. Lógicamente, mediante la autotransfusión, la sangre contaminada es sustituida por la almacenada y ésta última no contiene restos de sustancias prohibidas. Sin embargo, las técnicas analíticas han permitido detectar en la orina moléculas que liberan los materiales plásticos de las bolsas en las que fueron almacenados los fluidos sanguíneos, revelando así, una práctica sospechosa.
Otro tipo de situaciones en las que los análisis químicos se han convertido en una pieza fundamental para resolver delitos es la provocada por las sustancias que tienen como objetivo anular la voluntad de la víctima para abusar de ella, especialmente mujeres. Este es el caso de sustancias como la Burundanga o Escopolamina. La detección de estos compuestos químicos es muy difícil porque el cuerpo los metaboliza en un plazo de tiempo muy corto, apenas permanecen en sangre unas pocas horas. Sin embargo, aunque la sustancia original haya desaparecido como tal, el organismo, al metabolizarla, crea una serie de productos derivados o metabolitos cuya persistencia en sangre es mucho mayor que la sustancia original, este es el sentido en el que el análisis químico ayuda a detectar el problema.
Aunque los casos mencionados son los más llamativos para nosotros, estos son los casos menos importantes. Lo usual es emplear la metodología analítica para su uso diario en hospitales, centros de salud, estudios de alimentación, etc. Gracias a las técnicas de análisis se puede estudiar la presencia y cantidad de multitud de moléculas en una muestra de sangre y determinar si la persona en estudio goza o no de buena salud. También se utilizan métodos de análisis para detectar moléculas útiles en los alimentos, como por ejemplo, vitaminas, un conocimiento que permite elaborar formulaciones que permitan ser suministradas como soporte o complemento nutricional y farmaceutico.
Virginia Rodríguez Robledo es doctora en Química y desarrolla su actividad investigadora en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Castilla-La Mancha en el grupo de investigación “Neurobiología Celular y Química Molecular del Sistema Nervioso Central”, desarrollando nuevas metodologías analíticas para la determinación de biomoléculas con propiedades neuroprotectoras de origen natural en muestras biológicas y alimentarias.
Referencias:
Sentido y sensibilidad» en los métodos de análisis químico.
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