El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Si tuviéramos la posibilidad de dar un paseo espacial para visitar las estrellas más cercanas al Sol, nuestra primera parada sería Alfa Centauri, un sistema que une gravitacionalmente a tres estrellas. Las dos primeras orbitan a una distancia media similar a la que separa a Saturno del Sol y la tercera, Próxima Centauri, gira alrededor de las dos anteriores. Podría parecernos raro que justo en nuestra vecindad existan un sistema triple, pero no es nada extraordinario, de hecho, más de la mitad de las estrellas cercanas al Sol forman sistemas binarios o múltiples.
Si las estrellas binarias son tan abundantes, es lógico que nos preguntemos cómo se originan. Por supuesto, no es posible observar cómo evoluciona una estrella, nuestra vida es demasiado corta comparada con la suya. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es observar muchas estrellas y obtener un conjunto de imágenes fijas que revelen distintos momentos de su existencia. Los astrofísicos suelen explicar este proceder con un ejemplo muy elocuente. Si una mosca quisiera investigar cómo es la vida de un ser humano, teniendo en cuenta que su existencia apenas dura unos días, lo que podría hacer es observar a las personas a su alrededor. La mosca vería mujeres embarazadas, bebés, niños, adultos, viejos… cada uno de ellos es una imagen fija pero cuando se relacionan entre sí, permiten conocer cómo es la vida humana. Así es como, observando las estrellas del firmamento y utilizando las leyes físicas que la ciencia nos proporciona, hemos logrado conocer cómo es la vida de las estrellas.
Ahora, un equipo de investigadores liderado por nuestro invitado en Hablando con Científicos, Felipe de Oliveira Alves, ha publicado recientemente en la revista Science la imagen del nacimiento de un sistema estelar binario. Los investigadores apuntaron las 66 antenas del complejo “ALMA (Atacama Large Millimeter / submillimeter Array )“https://www.eso.org/public/spain/teles-instr/alma/ del Observatorio Europeo Austral en Chile, hacia una pequeña región de la nebulosa de la Pipa (fig. 1). Esta nebulosa es una enorme nube de gas y polvo que oscurece la visión de los millones de estrellas de la Vía Láctea situadas detrás de ella. Su aspecto recuerda a una Pipa humeante, de ahí su nombre.
En una porción de la nebulosa, conocido como Barnard 59, se observa un pequeño cúmulo de estrellas jóvenes. Felipe de Oliveira Alves y sus colegas apuntaron hacia allí el complejo ALMA para observar un disco de materia de unas 90 unidades astronómicos de radio que está alimentando un nacimiento estelar. Las primeras imágenes, de más baja resolución permitían ver un disco de materia que, como un capullo enorme, encerraba en su interior el lugar donde se forman las estrellas (fig. 2). Al ampliar la visión, utilizando ALMA en su versión más extendida, se obtuvo una imagen de alta resolución (fig. 3) que revela la presencia de dos discos de materia mucho más pequeños, cada uno de los cuales esconde a una estrella naciente.
La imagen permitió detectar filamentos de gas y polvo que encaminan la materia del disco circumbinario a los discos más pequeños que rodean a las estrellas del interior. El estudio posterior de la química de la nube y los movimientos de los gases revelaron que la materia se está concentrando a mayor ritmo en el componente de menor masa, algo que ya había sido predicho por los modelos teóricos y que, ahora, ha sido validado por estas observaciones.
Os invito a escuchar a Felipe de Oliveira Alves, investigador brasileño en el “Center for Astrochemical Studies del Max-Planck-Institut für extraterrestrische Physik“http://www.mpe.mpg.de/main.
Referencia:
Alves et al., Gas flow and accretion via spiral streamers and circumstellar disks in a young binary protostar. Science 04 Oct 2019: Vol. 366, Issue 6461, pp. 90-93 DOI: 10.1126/science.aaw3491
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