El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Últimamente escuchamos con mucha frecuencia noticias inquietantes sobre la evolución del clima en la Tierra: elevación de la temperatura media de la atmósfera por efecto invernadero, subida del nivel de las aguas oceánicas, incremento de los fenómenos atmosféricos violentos, fusión de los hielos polares, etc. Esas noticias no se dan al azar, son conclusiones que se extraen de los análisis de los datos sobre parámetros terrestres obtenidos por millares de científicos expertos en las más dispares disciplinas. Un buen ejemplo de ello es que en la elaboración del último Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante del IPCC, se ha necesitado el esfuerzo de 100 especialistas de 36 países para analizar más de 7.000 publicaciones científicas especializadas. Entre esos investigadores se encuentra nuestro invitado en Hablando con Científicos, Denis Gilbert, investigador canadiense que estudia el clima, física y oceanografía en el Department of Fisheries and Oceans Canada
Denis Gilbert lleva años participando en el proyecto ARGO, un esfuerzo de investigación que ha desplegado por todos los océanos terrestres más de 3800 boyas, cargadas de sensores, que obtienen información continua sobre cambios que se producen en las aguas. Esas boyas han sido diseñadas para soportar las enormes presiones que tienen lugar en las profundidades, están equipadas de un sistema automático que las permite sumergirse hasta los 2.000 metros bajo la superficie de las aguas para, una vez allí, comenzar a elevarse tomando datos de la temperatura, salinidad, cambios de acidez y, en un diez por ciento de ellas, la concentración de oxígeno de las aguas que atraviesa. Cuando una de estas boyas llega a la superficie, se conecta con la constelación de satélites Iridium para transmitirle los datos exactos de su posición mediante GPS y todas las medidas que ha llevado a cabo. Las boyas funcionan de forma autónoma y son arrastradas por las corrientes de manera que, a los datos obtenidos, se suma la información del movimiento de las aguas alrededor del globo terrestre.
Todos esos datos son analizados y estudiados por una gran comunidad científica repartida en universidades, laboratorios gubernamentales y centros de pronóstico meteorológico y climático. Los resultados de las investigaciones realizadas a partir del análisis de los datos facilitados por el proyecto ARGO, unidas a otras muchas observaciones que se realizan mediante estaciones, barcos oceanográficos y satélites, permiten a los científicos validar los modelos climáticos y extraer información sobre la evolución del clima y los océanos. El análisis de más de 7.000 de esas publicaciones ha permitido elaborar el Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante aprobado por el IPCC.
El informe deja claro el papel fundamental de los océanos en el clima terrestre. Sus aguas han absorbido más del 90% del exceso de calor que el sistema climático ha acumulado desde 1970, debido al aumento de los gases de efecto invernadero, y los modelos predicen que, si el calentamiento actual se limita a una subida de 2ºC, para 2100, los océanos habrán absorbido entre dos y cuatro veces más calor que en los últimos 50 años. Los océanos juegan un papel importantísimo como moderador del nivel de gases de efecto invernadero, las medidas revelan que han absorbido entre un 20 y un 30% del dióxido de carbono liberado por el ser humano, pero tiene su cara negativa, la absorción ha producido una elevación de la acidez de las aguas. Los cambios detectados en las corrientes oceánicas, la pérdida de hielo marino en el Ártico y el deshielo del permafrost o la elevación del nivel de los océanos son algunos de los puntos que se analizan en el informe.
Otro aspecto mencionado en el informe es la desoxigenación de las aguas oceánicas, un campo que Denis Gilbert lleva muchos años analizando e investigando, especialmente en las aguas del Atlántico Norte. La concentración de oxígeno en las aguas es vital para la respiración de los organismos superiores que las habitan. Prácticamente todos los seres vivos pluricelulares que viven en los océanos necesitan el oxígeno para extraer energía de los nutrientes porque, con el oxígeno, un organismo puede obtener de cada molécula de glucosa 19 veces más energía en forma de ATP que sin él. Pero la concentración de oxígeno está cambiando. Las observaciones globales muestran que el océano perdió aproximadamente el 2% de su cantidad de oxígeno en las últimas cinco décadas, algo que, obviamente, puede tener importantes implicaciones para los ecosistemas marinos.
El cambio varía de unos lugares a otros, explica Gilbert, pero en las áreas costeras del Atlántico Norte se ha detectado una tasa de desoxigenación mayor que la media. Los cambios en las corrientes marinas bañan la región, es decir, la corriente del Golfo que lleva aguas cálidas y pobres en oxígeno hacia el norte y la corriente del Labrador que arrastra aguas frías y oxigenadas hacia el sur, parecen ser la causa. En concreto se ha detectado una disminución del volumen de agua que arrastra la Corriente del Labrador y ello influye en la media de concentración de oxígeno de las aguas en la zona.
Os invito a escuchar a Denis Gilbert, investigador del Clima, Física y Oceanografía del Department of Fisheries and Oceans Canada y partícipe en la elaboración del último Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante del IPCC.
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