El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
La Luna nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, su deambular alrededor del planeta no solamente se manifiesta en las mareas, también influye en las actividades de los seres vivos. En las comunidades humanas rurales, alejadas del exceso de luz artificial que gobierna las ciudades, los cambios de luminosidad de la Luna en cada ciclo ejercen una influencia más notable, aunque, según un estudio publicado recientemente en Science Advances, nadie está exento de su influjo, ni siquiera los habitantes de las grandes ciudades.
En l os lugares alejados de los centros urbanos, en noches de Luna Nueva, la oscuridad es total y el firmamento muestra las estrellas con todo su esplendor. A medida pasan los días y el disco lunar va aumentando su superficie iluminada, el reflejo del satélite va inundando el terreno con su luz mortecina, un resplandor que, en los días cercanos a la Luna Llena, permite ver con meridiana claridad, incluso nos sorprende descubrir nuestra sombra perfectamente perfilada cuando los ojos se acostumbran a las condiciones nocturnas. Esos cambios no solamente ayudan al caminante solitario, sino que modifican los patrones del sueño de las personas. Cuentan que, en las comunidades rurales indígenas de Sudamérica, donde la luz artificial no ha hecho acto de presencia, las personas cambian su comportamiento durante las noches de luna llena, se relacionan más, se acuestan más tarde e, incluso, son más activos sexualmente.
Un grupo de científicos, entre los que se encuentran los investigadores de la Universidad de Washington, Leandro Casiraghi y Horacio de la Iglesia, nuestros invitados en Hablando con Científicos, estudiaron los patrones del sueño de varios grupos de indígenas rurales argentinos durante los distintos días del ciclo lunar y los han comparado con los datos de 464 estudiantes universitarios, por supuesto urbanos, de Seattle. Como era de esperar, el estudio ha revelado que los indígenas se mantienen más activos y están despiertos más tiempo en los días previos a la Luna Llena, cuando nuestro satélite tiene una gran parte de su superficie iluminada y se eleva por el horizonte antes de que se ponga el Sol inundando con su luz mortecina las primeras horas de la noche.
Si algo diferencia a una persona de una gran urbe de aquellos que viven en pueblos alejados y carentes de luz es que el urbanita, de noche, ni siquiera mira al cielo. Los días en la ciudad alternan la luz del Sol durante el día con múltiples fuentes luminosas artificiales de noche, un exceso de luz contra el que la Luna, incluso en la fase de Luna Llena, no puede competir. Esto podría hacer pensar que el influjo de nuestro satélite no tendría efecto alguno sobre los habitantes de la ciudad y, sin embargo, el estudio revela que sí, aunque, como es lógico, en menor medida que en el campo abierto.
Los resultados de la investigación indican que los grupos humanos con menos acceso a la luz eléctrica se vieron más afectados por los cambios en la luz de la luna. Por término medio, las personas de las comunidades sin electricidad durmieron 25 minutos menos en las noches previas a la Luna Llena. En comparación, las personas con acceso limitado a la luz eléctrica, es decir, aquellas que viven en núcleos pequeños de población, pobremente iluminados, durmieron 19 minutos menos y, lo más sorprendente, las que tenían acceso total a la electricidad también durmieron 11 minutos menos en los días cercanos a la Luna Llena.
Los hallazgos sugieren que el sueño humano está sincronizado con las fases de la luna, independientemente de las diferencias étnicas o culturales, e incluso en lugares donde la contaminación lumínica eclipsa la luz de la Luna.
Para abordar esta investigación, los investigadores utilizaron métodos de actimetría de muñeca para medir los ciclos de vigilia y sueño de miembros de tres comunidades indígenas Toba / Qom de Argentina, durante 2 meses. Entre los voluntarios había personas pertenecientes a una comunidad urbana con acceso completo a la electricidad, una comunidad rural con acceso limitado a la luz eléctrica y una comunidad rural sin electricidad. En todas las comunidades, los patrones de sueño estaban claramente modulados por el ciclo de la luna, y la duración del sueño de cada persona variaba de 20 a 90 minutos a lo largo del ciclo. Los participantes se fueron a dormir a más tarde y durmieron menos al menos de 3 a 5 días antes de la noche de Luna Llena.
Os invito a escuchar a Leandro Casiraghi, investigador posdoctoral en la Universidad de Washington y Horacio de la Iglesia, profesor en el Departamento de Biología y director del programa de graduados en neurociencia de la Universidad de Washington, en Seattle.
Referencias:
Casiraghi et al.“Moonstruck sleep: Synchronization of human sleep
with the moon cycle under field conditions” Sci. Adv. 2021; 7 : eabe0465 27 January 2021
On nights before a full moon, people go to bed later and sleep less, study shows
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