Una visita a Pompeya o a la ciudad de Herculano permite que nos hagamos una idea de lo dramáticas que pueden ser las consecuencias de una erupción volcánica. Sin embargo, una erupción es solamente el acto final de todo un proceso que se fragua mucho antes, en las profundidades de la Tierra.

Cómodamente instalados en la superficie, nos cuesta imaginar que vivimos sobre una capa delgada de tierra que flota sobre el manto semirrígido e incandescente que habita en el interior del planeta. De cuando en cuando, una pequeña porción de magma se va abriendo camino entre las rocas de la litosfera y alcanza la superficie. Es en ese momento cuando somos totalmente conscientes de la realidad que yace bajo nuestros pies.

Carmen López Moreno, nuestra invitada hoy en Hablando con Científicos, explica con detalle cómo es ese camino que conecta una erupción volcánica con el infierno que habita en las profundidades. Carmen es investigadora en el Instituto Geográfico Nacional, dirige el Observatorio Geofísico Central y no hace mucho impartió una conferencia, en el marco de las celebraciones del 150 aniversario del IGN, que llevaba por título “De Julio Verne a las Redes de Vigilancia Volcánica”. En la novela “Viaje al centro de la Tierra” el escritor francés Julio Verne propuso en 1864 una idea novedosa: conectar dos volcanes bajo la superficie terrestre. Uno, el Snæfellsjökull, lo situó en Islandia y otro, Stromboli, en Italia, ambos están separados entre sí más de 3600 kilómetros en línea recta. Aunque la aventura de llegar al centro de la Tierra propuesta por Verne sea una locura posible únicamente en las novelas de ficción, lo cierto es que el escritor francés fue el primero en establecer la idea de que los volcanes son las ventanas por las que nos podemos asomar para entender lo que sucede en las profundidades del planeta.

Sabemos que ese viaje no es posible para unas débiles criaturas como nosotros por la simple razón de que el Interior de la Tierra es un verdadero infierno. Bajo la capa rígida de la litosfera, que tiene entre 10 y 50 kilómetros de espesor, sobre cuya superficie vivimos, se encuentra el manto, una capa de roca a muy alta presión donde la temperatura va subiendo a medida que profundizamos hasta llegar al núcleo externo, a unos 2900 kilómetros de profundidad. El manto está mucho más caliente que la litosfera y eso crea corrientes convectivas por las que un magma de rocas fundidas se abre camino entre la roca hasta alcanzar la superficie. Esto sucede preferentemente en las zonas de encuentro entre las placas tectónicas. En unos lugares enormes porciones de litosfera se separan y el magma viene a rellenar la fractura desde abajo, en otras, las placas chocan y una se sumerge bajo la otra destruyendo y reciclando el material de la superficie.

Pero las franjas de encuentro entre placas tectónicas no son los únicos en los que nacen los volcanes, hay ciertos lugares, llamados “puntos calientes” o “hot spots”, bajo los cuales existe una región más caliente llamada “pluma mantélica” que conecta prácticamente la región del núcleo externo hasta la superficie. Existen Puntos calientes bajo las Islas Hawái, Azores o las Islas Canarias.

La última erupción que tuvo lugar en las Islas Canarias sucedió en 2011, en la isla de El Hierro. En aquella ocasión el Instituto Geográfico Nacional elaboró un plan de vigilancia volcánica, con sensores repartidos por toda la Isla que fueron captando sucesivamente la secuencia de acontecimientos que tenían lugar a medida que el magma avanzaba hacia la superficie. Sensores distribuidos por toda la isla captaban los movimientos sísmicos, las deformaciones del terreno, los cambios de gravedad debidos al desplazamiento de la masa de magma y otros parámetros geoquímicos y geofísicos. Los datos recogidos permitieron registrar el avance del magma en dirección norte sur durante los cuatro meses previos a la erupción. Finalmente, la erupción tuvo lugar el mes de octubre de 2011, al sur de la isla, bajo el océano, cerca de la localidad de la Restinga. Los meses siguientes permitieron registrar multitud de fenómenos en superficie del agua: manchas decoloradas, fragmentos humeantes que flotaban en la superficie del agua, emisión de gases, etc. Carmen López vivió aquellos momentos y ahora los cuenta en esta entrevista. Os invito a escucharla.

Carmen López Moreno es directora del Observatorio Geofísico Central del Instituto Geográfico Nacional.

REFERENCIAS:

150 aniversario del Instituto Geográfico Nacional
De Julio Verne a las redes de vigilancia volcánica
IGN EL HIERRO – Terremotos Las Huellas del Magma en El Hierro
CRÓNICA DE UNA ERUPCIÓN SUBMARINA. LA CRISIS SISMO-VOLCÁNICA DE EL HIERRO 2011-2012