El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Cuando nos apartamos, al menos mentalmente, de la seguridad que nos proporciona nuestro planeta y lo miramos desde la lejanía, nos damos cuenta de que ahí fuera existen multitud de peligros. Al fin y al cabo, habitamos solamente una pequeñísima franja de apenas unos pocos kilómetros sobre la superficie y todo lo demás, tanto lo que yace bajo nuestros pies como lo que existe más allá de esa delgada cáscara que llamamos biosfera, es ambiente hostil. Nuestro invitado, Daniel Barrado Navascués, investigador del Centro de Astrobiología, ha plasmado esas amenazas en un libro, que lleva por título Peligros Cósmicos. El incierto Futuro de la Humanidad
. No es un libro escrito para asustarnos, todo lo contrario, nos muestra la realidad para que seamos conscientes del maravilloso equilibrio que permite nuestra existencia.
El principio y el fin del mundo ha sido una constante en muchos escritos antiguos de muy diversas culturas, nombres como Ragnarök, Apocalipsis, Frashokereti, Gog y Magog o la leyenda del diluvio universal dan buena fe de ello. Prácticamente no hay cultura que no haya contado su propia versión, aunque en muchas de ellas se repiten ciertos acontecimientos como el diluvio o juicio final de la humanidad con el premio a los buenos y el castigo a los malos.
Más allá de los mitos y leyendas subyace una realidad, Gaia, nombre con el que los antiguos griegos y romanos llamaban a la “madre Tierra” es una madre que, si atendemos a lo que David explica durante la entrevista y en el libro, no es tan amorosa y protectora como nos hacen creer. Los peligros a los que está sometida puede que no sean determinantes para el planeta en su conjunto, pero cualquiera de ellos podría ser dramático para nosotros como especie hasta el punto de hacernos desaparecer.
Hay peligros que proceden de la propia Tierra, dado que es un planeta en continuo cambio. Las placas tectónicas se mueven y a lo largo de miles de millones de años enormes continentes se han formado, fragmentado y vuelto a unir. En el proceso se crean volcanes, se producen terremotos, cambian las circulaciones oceánicas y el clima oscila entre periodos cálidos, más cálidos que el actual en algunos momentos, o periodos glaciares. Los datos reflejados en el libro hablan de que, tan solo durante el último millón de años, han tenido lugar tres explosiones volcánicas extraordinarias de enorme magnitud: El volcán Taupo (hace 28.500 años), la del Toba (hace 73.700 años) y la de la Caldera de Yellowstone (hace 640.000 años). Las tres fueron de tal violencia que provocaron la desaparición de una buena parte de las criaturas del planeta y cambiaron totalmente el clima. Más atrás en el tiempo hubo muchos otros acontecimientos dramáticos, uno de los más graves sucedió durante la era Neoproterozoica, en un cambio climático sin precedentes, hace 720 millones de años, todo el planeta quedó cubierto por una espesa capa de hielo, una superglaciación que recibe el nombre de “Tierra bola de nieve”.
A los peligros inherentes a la propia estructura planetaria se unen otros que tienen su origen en el exterior. El Sol, esa estrella tan estable y tranquila que nos da energía, ha sufrido variaciones en el pasado que han puesto en jaque a la Tierra y a las criaturas que habitamos en ella. Grandes erupciones solares, de una energía poco común, proyectan enormes cantidades de materia que barre el espacio ocupado por los planetas. Esas eyecciones de masa pueden ser extremadamente peligrosas para la vida y, en estos momentos, para las constelaciones de satélites artificiales que hemos lanzado al espacio y las fuentes de distribución de energía eléctrica en la superficie. Desde el espacio ocupado por el Sistema Solar nos acechan también otros peligros en forma de asteroides y cometas que podrían chocar con la Tierra, algo que ha sucedido en muchas ocasiones en el pasado.
La conversación con David Barrado, junto a su libro, nos ilustra sobre otros peligros que podría proceder de lugares aún más lejanos que el Sol. Orbitamos dentro de nuestra galaxia y ese movimiento puede propiciar el acercamiento de alguna estrella, una aproximación que puede perturbar la nube de Oort y lanzar una lluvia de comentas y cuerpos helados hacia los lugares que habitamos propiciando choques que podrían ser dramáticos. Otro peligro que nos acecha tiene su origen en estrellas muy masivas que explotan con extraordinaria violencia en forma de supernovas. Si una estrella así estallara a una distancia de decenas de años luz de nosotros, sus efectos serían devastadores para todo el planeta. Y, por último, agujeros negros errantes podrían ser enemigos invisibles que amenazan nuestro entorno sin saberlo.
Estas palabras son solamente un pequeño esbozo de lo que David cuenta durante la entrevista y en su libro. Os invito a escuchar a David Barrado Navascués, profesor de Investigación de Organismo Público de Investigación y director científico de la Unidad María de Maeztu Centro de Astrobiología (centro mixto del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, INTA, y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC).
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