El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Las recetas de pescado para las fiestas navideñas suelen ser típicas en muchas reuniones familiares, especialmente como una forma de bajar, durante la cena, la enorme ingesta de calorías de una comida copiosa en la que los comensales han ingerido mucho más de lo que sería calificado de saludable. Una merluza al horno alimenta bien y es digestiva. Aunque, a la hora de degustarla, nadie se hace preguntas sobre la vida de ese desdichado pez antes de llegar al plato. Cuándo y dónde nació, los distintos lugares por los que transcurrió su vida, las vicisitudes y estrecheces que padeció, etc. En contra de lo que cabría pensar, ese pez anónimo, protagonista en nuestra mesa, contiene en el interior de su cabeza unas pequeñas piedrecitas calcáreas que conservan casi toda esa información: los otolitos. Así, emulando a las famosas cajas negras que conservan la información de lo sucedido en un avión antes de un accidente aéreo, estas piedrecillas vienen a ser “la caja negra” del pez.
Hace un tiempo, una conversación con Javier de Tomás, un investigador que en aquellos momentos se encontraba en el laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Liverpool en el Reino Unido, me ayudó a comprender cómo los científicos extraen información valiosa de la vida de los peces óseos, es decir, peces como la merluza, el bacalao, el mero o la caballa, por poner unos ejemplos que suelen acabar en nuestra mesa.No vayamos a creer que los peces los únicos animales que contienen estas pequeñas estructuras calcáreas, nosotros mismos las tenemos en nuestro oído interno y su función está ligada a nuestro equilibrio. Cuando inclinamos la cabeza o nos desviamos de la vertical, las piedrecitas ruedan sobre unas células ciliadas y provocan una reacción que informa al cerebro para que éste de las órdenes oportunas que nos permitan conservar el equilibrio. En los peces óseos la función es similar, los otolitos son una especie de sensores de gravedad que indican al cerebro del pez su posición relativa en el espacio respecto a un plano horizontal.
Lo mismo que un árbol va acumulando anillos en su tronco a medida que se suceden las estaciones, los peces y otras criaturas van acumulando capas en sus otolitos a lo largo de su vida. Esas capas se van superponiendo unas a otras y, dependiendo de las circunstancias ambientales y biológicas, van acumulando variaciones que podrían ser interpretadas como un diario personal.La historia de la ciencia que estudia los otolitos se remonta a finales del siglo XIX. Fue en 1899 cuando un investigador llamado Reibisch observó que en los otolitos aparecían unos anillos en forma de bandas traslúcidas que se alternaban con bandas más opacas. Aquellas bandas de distinta opacidad informaban de los años que tenía el pez, pero la mejora de técnicas para analizar la composición química de los otolitos permitió descubrir que había muchos otros anillos superpuestos a los anteriores que variaban con una secuencia diaria. En el fondo, el otolito era una especie de calendario que permite saber, no solamente la edad de los animales adultos, sino la de los más jóvenes y las larvas.
Las investigaciones sobre los otolitos permiten conocer muchas de las circunstancias que rodean a la vida de un pez. La diferencia de temperaturas de las aguas que atraviesa a lo largo de sus vidas está íntimamente relacionada con la cantidad de estroncio que se fija a los otolitos, así, las medidas de concentración de este elemento químico permiten conocer los desplazamientos por aguas más calientes o frías. También la contaminación de las aguas deja su huella en los otolitos porque en ellos se acumulan metales pesados. Aquellos peces cuyo ciclo biológico se reparte entre los océanos y los ríos continentales dejan la impronta de sus idas y venidas en sus otolitos.
Todas estas informaciones son fundamentales para conocer la riqueza y evolución de las pesquerías y ayuda a gestionarlas.
Os invito a escuchar a Francisco Javier de Tomás en este nuevo capítulo del podcast Hablando con Científicos.
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