El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Existe una teoría, apoyada por muchas evidencias arqueológicas, que defiende que el homo sapiens, la especie a la que todos pertenecemos, surgió en África y desde allí sus poblaciones se fueron expandiendo hasta diseminarse por todo el planeta. Esto mismo parece haber sucedido con especies anteriores, como el homo erectus, y, de hecho, el Homo sapiens se fue encontrando con los descendientes de aquellos primeros homínidos en su camino hacia la colonización de las tierras emergidas del planeta.
Si nuestra especie surgió en África es lógico que nos preguntemos por la ruta que siguieron aquellos primeros migrantes hasta llegar a Eurasia que, obviamente, era el primer paso en el afán colonizador del Homo sapiens ¿Qué camino escogieron aquellos primeros pobladores? Si ponemos ante nosotros el mapa del mundo, es fácil ver que por tierra firme solamente existe una posibilidad para llegar a Eurasia: por el norte de Egipto a través Istmo de Suez, que separa el Mediterráneo del Mar Rojo. Sin embargo, hay otras opciones, como son los estrechos que separan África de Europa y Asia, aunque cruzar el agua que separa las dos orillas debió ser una barrera notable para unos homínidos cuyas habilidades para nadar o desplazarse sobre el agua se desconocen por completo.
Repasemos cuáles son esos estrechos. El primero de ellos está situado también en Oriente Próximo, al sur del Mar Rojo. Es el estrecho de Bab al Mandab, que separa África de la península arábiga. Como nos demuestran los flujos migratorios que se están produciendo en la actualidad, al Oeste del Mediterráneo, existen dos caminos posibles: el estrecho de Gibraltar y el estrecho de Sicilia. Ahora sabemos que muchas personas intentan y consiguen cruzar esas lenguas de agua en condiciones muy difíciles, arriesgando sus vidas para llegar a Europa, pero ¿pudieron hacer lo mismo aquellos homo sapiens que pusieron por primera vez el pie fuera de África?
No se tiene constancia arqueológica de que tal salto se produjera y, dada la escasez de restos y la fragilidad de los posibles medios de los que disponían aquellos homínidos para surcar el agua, si es que contaban con alguno, resulta muy difícil conocer lo que sucedió.
No obstante, un grupo internacional de investigadores al que pertenece Ana Mateos, nuestra invitada en Hablando con Científicos, propone una forma de valorar las posibilidades de éxito que tendría un Homo sapiens primitivo a la hora de cruzar los distintos estrechos que separan a África de Eurasia.
Los investigadores llevan años elaborando un modelo informático que permite valorar no solamente los procesos derivados de los cambios a gran escala, como los cambios en el clima o la vegetación, que han tenido lugar durante los últimos millones de años, sino la propia habilidad de los homínidos. Una habilidad que tiene connotaciones fisiológicas y tecnológicas ya que podrían haber cruzado a nado, dejándose arrastrar por la corriente agarrados a un tronco o elaborando balsas y utilizando remos para avanzar en una dirección determinada. Estos factores pueden verse reforzados por factores locales como por ejemplo, como sucede en el estrecho de Gibraltar, si los homínidos pueden ver la orilla opuesta, algo que los anima a desplazarse por el agua en una dirección determinada.
Aquel primer modelo genérico fue publicado en la revista Plos One en Junio de 2021 con el título Descubriendo la orilla opuesta: ¿Cómo cruzaron los homínidos los estrechos marinos?.
Ahora, la publicación de un nuevo trabajo en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology que lleva por título Estimación del éxito de cruce de agentes humanos a través de estrechos marinos fuera de África en el Pleistoceno tardío apunta a casos concretos y para ello utiliza las reconstrucciones geográficas de los estrechos marinos, la temperatura del agua, la velocidad y dirección de la corriente y otros datos terrestres, además de evaluar el éxito en función de los recursos, la topografía y el ecosistema. Con todos esos datos, evaluados por un conjunto multidisciplinar de científicos expertos en distintas disciplinas, el modelo permite determinar si el cruce de un estrecho concreto estaba al alcance de los homínidos.
Otro factor determinante es el clima. Sabemos que durante el pleistoceno, un periodo que abarca desde hace 2,5 millones de años hasta hace 10.000 años, se sucedieron varias glaciaciones, separadas entre sí por periodos más templados. Durante los máximos glaciares, debido al el agua acumulada en forma de nieve sobre las tierras emergidas, el nivel de los mares y océanos bajó decenas de metros, un descenso que pudo contribuir a aflorar parte de las tierras sumergidas y acortar la lengua de agua que separa las dos orillas de un estrecho, incluso, en algunos lugares, se pudo producir la emergencia de islotes intermedios que pudieron ser utilizados como apoyo para la travesía.
Ana Mateos Cachorro, explica con detalle el contenido de estas investigaciones en el podcast Hablando con Científicos. Os invitamos a escucharla.
Ana Mateos es responsable Grupo Paleofisiología y Ecología Humana en el Laboratorio de Bioenergía y Análisis del Movimiento (labbioem) e investigadora del CENIEH, Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana.
Referencias:
Ericson Hölzchen, Christine Hertler, Christian Willmes, Iwan P. Anwar, Ana Mateos, Jesús Rodríguez, Jan Ole Berndt, Ingo J. Timm, Estimating crossing success of human agents across sea straits out of Africa in the Late Pleistocene, Palaeoclimatology, Palaeoecology, Volume 590, 2022, 110845, ISSN 0031-0182,
Ericson Hölzchen , Christine Hertler, Ana Mateos, Jesús Rodríguez, Jan Ole Berndt, Ingo J. Timm. Discovering the opposite shore: How did hominins cross sea straits? PLOS ONE 16(6): e0252885. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0252885
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