El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Por un estrecho de apenas 15 kilómetros de anchura, el Estrecho de Gibraltar, las aguas del Océano Atlántico penetran en las del mar Mediterráneo. En ese punto, que separa Europa de África, las aguas atlánticas comienzan un camino que recorre los más de 3.800 kilómetros que lo separan de las costas asiáticas de Turquía, Líbano o Israel, en lo que se conoce como el Mar Levantino. En medio se sitúa el estrecho de Sicilia, un lugar que forma una barrera de poca profundidad entre dos cuencas muy profundas, la occidental, situada en el Golfo de Leon, y la oriental formada por el mar Egeo y Levantino. En su camino de vuelta, superado el estrecho de Sicilia, las aguas vuelven al Atlántico y se cierra el ciclo. Ese intercambio de agua entre el océano y el mar viene sucediendo desde los tiempos más remotos, aunque, como hoy nos cuenta nuestro invitado, Sergi Trías Navarro, sufre variaciones, unas variaciones que quedan reflejadas en los sedimentos acumulados en el fondo de las aguas mediterráneas. Los investigadores recogen muestras de los sedimentos del fondo marino y los analizan, capa a capa, como si de las páginas de un libro de historia se tratara, la historia que conecta el Mar Mediterráneo con el clima de la Tierra.
A finales de la última glaciación comenzó un periodo muy húmedo y lluvioso que aumentó notablemente la aportación de agua dulce al Mediterráneo desde los ríos del norte de África. Ese periodo, conocido como Periodo Húmedo Africano, abarca desde los 15.000 hasta los 6.000 años antes de la época actual. Pero no fue un periodo uniforme, sufrió grandes variaciones en algunos momentos. La más importante sucedió entre los 12.900 y 11.700 años, durante un periodo conocido como Younger Dryas o Joven Dryas. En ese tiempo se produjo una drástica vuelta atrás y el clima se hizo más frío y árido, un remedo de los rigores de la glaciación. El cambio de las condiciones climáticas influyó en el intercambio de aguas del Mediterráneo y ha sido el objeto de una investigación, cuyos resultados han sido recientemente publicados en un artículo de la revista Communications of Earth and Environment, firmado en primer lugar por Sergio Trías Navarro, investigador de Geociencias Marinas en el Departamento de Dinámica de la Tierra y el Océano de la Facultad de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Barcelona.
Una característica esencial del mar Mediterráneo es que se evapora más agua de la que recibe por aportación de los ríos que desembocan en él. Como consecuencia de este déficit, el sistema de circulación termohalina del Mediterráneo, es decir la corriente que lo recorre impulsada por los cambios de temperatura y densidad, recibe más agua del Atlántico de la que vierte en él.
Las aguas superficiales atlánticas frescas y frías que ingresan por el Estrecho de Gibraltar, se transforman progresivamente en aguas superficiales más saladas, que llegan a hundirse a profundidades intermedias en el Mar Levantino, situado en el extremo más oriental junto a las costas asiáticas. Posteriormente las aguas se hunden más y forman el Agua Profunda del Mediterráneo Oriental, todas estas capas de agua fluyen juntas a través del Estrecho de Sicilia hacia el oeste, contribuyendo a la convección de aguas profundas en el Golfo de León y desembocan de nuevo en el Océano Atlántico a través del estrecho de Gibraltar.
El estrecho de Sicilia es menos profundo que las cuencas oriental y occidental del Mediterráneo y se convierte en una especie de barrera que las distintas corrientes deben superar. Es, por esa razón, es un lugar en el que el intercambio de aguas entre el lado oriental y occidental del Mediterráneo es muy sensible a los cambios de las condiciones climáticas.
Sergio Trías y su grupo de investigadores han extraído testigos de los sedimentos del estrecho de Sicilia y de otras regiones del Mediterráneo y han estudiado las huellas dejadas por los cambios en las distintas corrientes a su paso por él a lo largo de los últimos 14.000 años. Los resultados indican un mayor flujo de salida procedente del Mediterráneo oriental durante el Younger Dryas, dos veces más alto que el flujo de salida actual.
Os invito a escuchar a Sergio Trías Navarro, investigador de Geociencias marinas en el Departamento de Dinámica de la Tierra y el Océano de la Facultad de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Barcelona.
Referencias:
Trias-Navarro, S., Pena, L.D., de la Fuente, M. et al. Eastern Mediterranean water outflow during the Younger Dryas was twice that of the present day. Commun Earth Environ 4, 147 (2023). https://doi.org/10.1038/s43247-023-00812-7
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