El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Por mucho que nos parezca que el suelo bajo nuestros pies permanece inalterable, al menos a una escala de tiempo compatible con nuestras vidas, la realidad es muy distinta. El suelo se mueve y ese movimiento es evidente cuando se observa de forma continua durante largos periodos de tiempo. Por supuesto, para ello hace falta contar con tecnologías capaces de detectar cambios muy pequeños, de unos pocos milímetros en la elevación o subsidencia del terreno que pisamos.
La tecnología que permite esa proeza se denomina InSAR, acrónimo inglés de Interferometría de radar de Apertura Sintética. La técnica se basa en la emisión de una señal de radar desde un satélite en órbita que es reflejada por la superficie terrestre y captada de vuelta por él. El tiempo empleado por la señal en su camino y la interferencia entre dos señales obtenidas sobre el mismo punto en dos momentos diferentes permite calcular variaciones de muy pequeña magnitud en la elevación del terreno.
Elena González Alonso, nuestra invitada en Hablando con Científicos, trabaja en vigilancia volcánica en el Instituto Geográfico Nacional con tecnología InSAR y ha participado recientemente en la presentación del Servicio Europeo del Movimiento del Terreno (EGMS), un servicio que se centra en la medida del movimiento del suelo en toda Europa a lo largo de varios años.
El servicio EGMS utiliza principalmente datos de radar de los satélites Sentinel-1 del Programa de Observación Tierra Copernicus de la Unión Europea. Sentinel-1 estaba compuesto originalmente por dos satélites, Sentinel-1A y Sentinel-1B, que compartían la misma órbita casi polar. Actualmente, Sentinel-1A es el único satélite operativo de esta constelación, ya que Sentinel-1B fue retirado y será sustituido en el futuro por el Sentinel-1C, actualmente en desarrollo. Estos satélites llevan un radar de apertura sintética que proporciona datos independientemente de las condiciones meteorológicas, tanto de día como de noche.
A pesar de la gran distancia que separa Sentinel-1 de la superficie terrestre, su órbita se sitúa a 693 km de altitud, utilizando los datos de la señal de radar en pasadas diferentes sobre el mismo punto y técnicas de interferometría, logra detectar movimientos verticales del terreno de centímetros e, incluso, milímetros. Tras varios años de operación, la Unión Europea ha compilado toda la información recogida y la ha puesto a disposición del público una información precisa y actualizada sobre el movimiento del suelo en toda Europa. Esto incluye datos sobre desplazamientos y deformaciones de la superficie terrestre que pueden ocurrir debido a diversos factores naturales, como terremotos o procesos geológicos, y antropogénicos, como pueden ser las actividades mineras, de construcciones de diversas estructuras o la extracción de agua subterránea,.
Elena González Alonso comenta algunos de los datos más llamativos del mapa proporcionado por EGMS. La subsidencia de más de 20 centímetros entre 2018 y 2022 detectada en la región de Lorca (Murcia) debida a la explotación del acuífero subterráneo de la zona y posterior compactación del suelo, o las variaciones experimentadas en el terreno de la isla canaria de La Palma durante la erupción volcánica a finales de 2021.
Los datos de EGMS están disponibles para todo el que quiera consultarlos, si tienes curiosidad por conocer si el suelo que pisas se está levantando o hundiendo, puedes consultarlo libremente. No obstante, más allá de satisfacer nuestra curiosidad, el uso combinado de InSAR y EGMS permite a los científicos y autoridades obtener una imagen completa y dinámica de cómo y por qué se mueve la tierra. Esta información es vital para la planificación urbana, permite detectar movimientos del terreno que afectan a infraestructuras, como autovías, puentes o líneas ferroviarias de alta velocidad y puede ayudar a la gestión de riesgos de desastres naturales.
Os invitamos a escuchar a Elena González Alonso, ingeniera geógrafa del Instituto Geográfico Nacional
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