El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Para nosotros, que vivimos en un mundo plagado de artilugios y comodidades, es muy difícil imaginar cómo vivían los seres humanos hace más de 50,000 años. Eran tiempos del Paleolítico Medio, como lo clasifican los arqueólogos, y los humanos que habitaban entonces la península ibérica ni siquiera eran de nuestra especie; eran neandertales. Afortunadamente, estos antiguos cazadores-recolectores, aunque solían moverse de un lado a otro con frecuencia, frecuentaron un lugar conocido como El Salt, cerca de Alcoi, en Alicante, donde dejaron numerosas pruebas de su existencia. El yacimiento no es una cueva; está situado al aire libre, resguardado por un acantilado de piedra caliza de 40 metros de altura.
El yacimiento de El Salt fue descubierto en la década de 1950 y ha sido objeto de excavaciones y estudios desde entonces. Sus cuatro metros de sedimentos acumulados contienen varias capas con restos de ocupación humana que abarcan miles de años. Allí se han descubierto restos óseos de neandertales que han proporcionado información crucial sobre su anatomía y características biológicas. También se han recuperado numerosos utensilios de piedra, incluyendo raspadores, puntas y bifaces. Además, se han identificado varios hogares, es decir, lugares donde los neandertales hacían fuego y alrededor de los cuales desarrollaban actividades cotidianas y sociales.
Nuestra invitada de hoy en “Hablando con Científicos”, Ángela Herrejón Lagunilla, investigadora de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Burgos, junto a un equipo multidisciplinar, ha estudiado esos hogares neandertales y acaba de publicar los resultados de su investigación en la revista Nature.
Es sabido que los cazadores-recolectores del Paleolítico tenían un espíritu inquieto y solían moverse frecuentemente, pero los detalles sobre la duración de sus campamentos y el tamaño de los grupos que viajaban aún son difíciles de conocer. Los modelos basados en comparaciones transculturales sugieren que el momento y la duración de los campamentos, así como las actividades realizadas en ellos, pueden estar influenciados por factores como ciclos estacionales, distribución de materias primas, dieta y rituales. Esto sugiere que en un yacimiento pueden acumularse restos de ocupaciones que tuvieron lugar en distintos momentos, separados entre sí por decenas o centenares de años. Sin embargo, detectar periodos tan cortos de tiempo es difícil en yacimientos tan antiguos.
Ángela Herrejón explica que las fechas absolutas de los depósitos de un yacimiento que supere los 50,000 años de antigüedad son imprecisas, ya que técnicas como la luminiscencia estimulada ópticamente y la termoluminiscencia suelen proporcionar rangos de error de varios miles de años. Además, los procesos naturales que afectan a los depósitos sedimentarios del Paleolítico suelen perturbar y desordenar la secuencia original de eventos, creando el efecto palimpsesto, donde los restos de diferentes períodos se agrupan en una única superficie aparente.
Una forma de obtener información de periodos más cortos en los yacimientos paleolíticos puede provenir de los hogares utilizados por los antiguos pobladores. Ángela explica que el fuego de una hoguera calienta el suelo y permite que los materiales ferromagnéticos, que son como diminutas brújulas atrapadas en el sustrato, se liberen y se orienten hacia la dirección del campo magnético terrestre en ese momento. Cuando el fuego se apaga, el suelo se enfría y esas pequeñas brújulas quedan atrapadas nuevamente, conservando esa dirección de manera permanente. Los polos magnéticos se mueven con el paso de los años (durante el último siglo se han movido más de 3,000 kilómetros), un cambio que queda reflejado en la distinta dirección a la que apunta una brújula en cada momento. Así, si en dos momentos distintos, separados por decenas o un centenar de años, se encienden dos fuegos en hogares diferentes, sus materiales ferromagnéticos apuntarán a direcciones distintas. El estudio de esas direcciones, junto con una evaluación del movimiento de los polos durante ese periodo, puede proporcionar un valor aproximado del intervalo de tiempo entre un encendido y otro.
En el estudio, Ángela Herrejón y su equipo han encontrado diferencias temporales de alta resolución entre seis hogares del Paleolítico Medio de la Unidad X de El Salt, obtenidas a través de análisis arqueomagnéticos y arqueoestratigráficos. El conjunto de hogares cubre al menos entre 200 y 240 años, con intervalos de décadas y siglos entre los diferentes hogares. Los resultados ofrecen una idea de cómo se distribuyeron temporalmente los hogares y, por lo tanto, de cómo se sucedieron en el tiempo los eventos de ocupación humana incluidos en la secuencia estudiada. Esto representa un avance significativo en la arqueología paleolítica, una disciplina en la que el comportamiento humano suele abordarse desde una escala temporal típica de los procesos geológicos, mientras que pueden producirse cambios significativos en escalas más pequeñas de generaciones humanas. Aquí alcanzamos una escala de tiempo cercana a la esperanza de vida humana.
Comparar las desviaciones angulares observadas con variaciones paleomagnéticas permite inferir tiempos mínimos entre eventos de quema. Aunque la naturaleza errática de los cambios direccionales del campo magnético y las incertidumbres estadísticas limitan la precisión de estas estimaciones, se puede descartar la sincronía si las direcciones se distinguen claramente. En este contexto, los hogares descubiertos en la Unidad X de El Salt han revelado separaciones temporales significativas entre las capas de cenizas y el sustrato alterado térmicamente de hogares individuales.
Nuevas investigaciones y un mejor conocimiento de las curvas de variación secular y tendencias paleomagnéticas han incrementado la precisión de estas técnicas. Esto permite estimar con mayor certeza el tiempo involucrado en la formación de conjuntos de hogares arqueológicos, como los de la Unidad X de El Salt, utilizando reconstrucciones paleomagnéticas recientes y análisis arqueoestratigráficos.
Referencias:
Herrejón-Lagunilla, Á., Villalaín, JJ, Pavón-Carrasco, FJ et al. The time between Palaeolithic hearths. Nature 630 , 666–670 (2024). https://doi.org/10.1038/s41586-024-07467-0
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