El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
La Meseta Antártica es uno de los entornos más extremos de la Tierra. Allí se registró la temperatura más baja del planeta, -89,2 °C, en la estación Vostok. Es una vasta región donde soplan vientos huracanados y las precipitaciones son tan escasas como en los desiertos más áridos. Durante el verano, la radiación ultravioleta del Sol alcanza la superficie, añadiendo una dificultad más para la existencia de vida.
Este ambiente tiene similitudes con el que existe en algunos lugares de Marte y en lunas heladas como Europa (Júpiter) o Encélado (Saturno). Por ello, la Meseta Antártica es un laboratorio natural que ayuda a los científicos a entender cómo la vida podría persistir más allá de la Tierra.
Nuestro invitado hoy en Hablando con Científicos, Víctor Parro, Investigador científico del INTA y director del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), explica cómo se ha llevado a cabo una investigación que ha recorrido la Meseta Antártica recogiendo muestras en busca de vida microbiana. Gracias a la participación de un amplio equipo multidisciplinar en el que han colaborado investigadores de diversas instituciones españolas y americanas, la expedición recorrió 2.578 km recogiendo muestras del aire y la nieve a profundidades de hasta 4 metros, buscando una información clave sobre la biogeografía microbiana en este rincón del mundo.
Para llevar a cabo esta investigación, que ha sido publicada en Nature Communications, los científicos utilizaron un innovador medio de transporte: el WindSled, un trineo impulsado por el viento y diseñado para recorrer largas distancias sin dañar el ecosistema antártico. Este laboratorio móvil permitió a los investigadores recolectar muestras en diferentes puntos de la Meseta Antártica Oriental. Los investigadores emplearon un inmunosensor portátil, el LDChip (Life Detector Chip), diseñado para la detección rápida de vida en campo y para la exploración planetaria.
A pesar de las condiciones extremas de temperatura, baja humedad y radiación UV, el equipo logró encontrar microorganismos en el aire y en capas profundas de nieve y hielo. Uno de los hallazgos más importantes del estudio fue la identificación de una nueva especie de cianobacteria, Gloeocapsopsis sp., encontrada a 4 metros de profundidad en la nieve. Las cianobacterias son microorganismos capaces de realizar fotosíntesis y han sido fundamentales en la historia de la Tierra, ya que ayudaron a producir el oxígeno de nuestra atmósfera. Encontrar una cianobacteria en un entorno tan extremo sugiere que la vida puede adaptarse a condiciones de frío extremo y escasez de recursos.
Los investigadores también descubrieron que la distribución de los microorganismos no es uniforme. Las bacterias y otras formas de vida microscópica parecen moverse con los vientos y las tormentas de nieve, acumulándose en ciertas zonas y formando comunidades que pueden permanecer atrapadas en el hielo durante décadas o incluso siglos.
Otro dato fascinante es que algunas bacterias encontradas en la nieve parecen tener una actividad metabólica mínima, lo que significa que, aunque estén en un estado de letargo, podrían activarse en presencia de pequeñas cantidades de agua líquida.
Los resultados de esta expedición no solo mejoran nuestro conocimiento sobre la vida en la Tierra, sino que también tienen implicaciones importantes para la astrobiología, la ciencia que estudia la posibilidad de vida en otros planetas.
Os invitamos a escuchar a Víctor Parro, Investigador científico del Instituto Nacional de Técnica Aerospacial y director del Centro de Astrobiología
Referencias:
Parro, V., Lezcano, M.Á., Moreno-Paz, M. et al. Microbial biogeography along a 2578 km transect on the East Antarctic Plateau Nat Comun 16 , 775 (2025). https://doi.org/10.1038/s41467-025-55997-6
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