La supervivencia no es empresa fácil, cada especie existente en nuestros días es el producto de una larga cadena ininterrumpida de aciertos evolutivos que se vienen sucediendo desde que el primer ser vivo habitó la Tierra. En ese largo caminar de miles de millones de años, la Naturaleza planteó a cada especie, en cada momento de la historia, retos que sólo unos pocos individuos, los mejor adaptados, lograran superar. Esa es la verdadera odisea que nos ha convertido a nosotros en individuos de la especie homo sapiens y a cada una de las criaturas vivas que nos rodean en lo que ahora son. Evolutivamente hablando, lo que nos distingue de un insecto es, simplemente, que nuestros ancestros escogieron diferentes senderos en el complejo entramado de caminos aptos para la supervivencia.
Lo más interesante de ese proceso es que los distintos caminos evolutivos no son independientes entre sí, todo lo contrario, todos están interrelacionados. Hoy les invitamos a escuchar dos historias que hablan de especies con formas muy curiosas de interconexión. Por un lado, una especie de escarabajos que tiene una estrecha relación con una avispa que parasita sus huevos, por otro, una mariposa nocturna que ha desarrollado un apéndice chupador, la espiritrompa, tan largo que logra penetrar hasta lo más profundo de ciertas flores acampanadas para libar su néctar.
El escarabajo y la avispa
El escarabajo Mimosestes amicus se alimenta de las semillas de plantas leguminosas como las acacias y prosopis. Son insectos pequeños (ver fotografía adjunta) que, a finales de la primavera, depositan sus huevos en las vainas maduras de las semillas de estos árboles. Frente a ellos actúa un enemigo implacable, la avispa Uscana semifumipennis, cuya supervivencia depende del escarabajo. Cuando la avispa descubre el conjunto de huevos depositados por Mimosestes amicus, inyecta en algunos de ellos sus propios huevos. Cuando el huevo de la avispa eclosiona, su larva mata al embrión del escarabajo y se alimenta de sus fluidos hasta que, una vez adulta, emprende el vuelo y reinicia su ciclo vital.
Vista así la historia, poco puede hacer el escarabajo para defenderse de su enemigo, salvo engañarlo. Mimosestes ha aprendido a dejar en la parte más alta de la pila de huevos, varios huevos falsos que atraen a la avispa pero no contienen ningún embrión. Las avispas los parasitan pero el contenido energético de estos señuelos es muy pobre y sus larvas o no logran terminar el ciclo o dan como resultado individuos muy débiles. Les invito a escuchar el reportaje de Rosa Lencero.
La espiritrompa más larga
La segunda historia que hoy les contamos es la de una mariposa que tiene un apéndice de descomunales dimensiones si lo comparamos con su tamaño. José Rafael Esteba Durán, entomólogo e investigador en el INIA, Instituto de Investigaciones Agrarias y Alimentarias, nos presenta a la mariposa que tiene la espiritrompa más larga. Se trata de una mariposa nocturna, la Amphimoea Walkeri, la cual se alimenta del néctar de ciertas flores de profundo cáliz y de difícil acceso. Este tipo de mariposas suele revolotear de manera que mantienen la posición fija en vuelo, de ahí el sobrenombre de “mariposas halcón” mientras despliegan su larguísima espiritrompa para llegar hasta lo más profundo de la flor que le proporciona el dulce alimento. Como recompensa, la flor deja su polen adherido al apéndice y la mariposa vuela de un lugar a otro, favoreciendo la fecundación de la planta.
Cuando visitamos a D. José Refael Esteban, estaba preparando varias mariposas “halcón”, tipo al que pertenece la Amphimoea Walkeri, para ser incluidas en la colección entomológica que después permitirá su estudio científico. Les ofrecemos un conjunto de fotografías que ilustran cómo es el meticuloso trabajo de preparación de una especie para su estudio entomológico y el proceso de estiramiento de la espiritrompa de una mariposa. Les invito a escuchar a José R. Esteban Durán.
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