Un insecto corriente tiene seis patas en estado adulto, esto lo dejamos claro con el nombre de este podcast, pero, lógicamente tiene muchas más cosas. Las patas van unidas al tórax, la parte intermedia del cuerpo situada entre la cabeza y el abdomen, sobre la cabeza tienen un par de antenas, sus ojos son compuestos, algunos tienen dos alas, un pequeño cerebro y todo un conjunto de órganos que le permiten alimentarse, crecer y reproducirse. Como sucede con cualquier animal multicelular, todas esas partes corporales están formadas por un ingente número de células perfectamente organizadas, al fin y al cabo, las células son las unidades básicas de la vida.
Por muy pequeñas que sean las células, hacen falta muchas para construir un insecto y eso nos lleva a una pregunta: ¿Cuál es el tamaño mínimo de un insecto que conserve todas sus características? Hoy les presentamos una avispa que, aunque no es la más pequeña, ocupa el tercer lugar en el ranking de los insectos de menor talla, mide la quinta parte de un milímetro. Es tan pequeña que su tamaño es similar al de algunos animales unicelulares, como los paramecios o las amebas. Nuestro protagonista lleva el nombre científico de Megaphragma mymaripenne, aunque los aficionados de habla inglesa le han puesto el nombre de fairy Wasp, “avispa hada”.
Las Megaphragma mymaripenne viven la mayor parte de sus vidas bajo el agua en charcos y lagos. Las hembras acostumbran a recorrer los tallos sumergidos de las plantas acuáticas en busca de los huevos que otros insectos, como los escarabajos de agua, acostumbran a depositar en el interior de los tallos. Cuando una hembra de esta microavispa encuentra uno, perfora la cáscara con un estilete microscópico hueco que tiene al final de su abdomen e inyecta en el interior más de un centenar de huevos minúsculos.
Los huevos de la avispa eclosionan dentro de su hospedador y los retoños se van alimentando de la desgraciada larva del escarabajo. En el ambiente protegido por la cáscara del huevo crecen hasta alcanzar su estado adulto e, incluso, se aparean hermanos con hermanas. Hecho esto, las hembras salen de su encierro y se diseminen por el charco o el lago en el que han permanecido sumergidas.
A pesar de su extremada pequeñez, las avispas tienen alas y, aunque la mayoría permanece en su lugar de origen, algunas salen al exterior y buscan nuevas reservas de agua estancada donde existan huevos de un nuevo hospedador que le permita reproducirse.
Parece mentira que en tan poco espacio, existan células suficientes como para lograr el funcionamiento de un insecto con todas sus características. Lógicamente la reducción de tamaño tiene un coste y ese coste se traduce en una disminución del número y del tamaño de las células que forman el animal.
El científico Alex Poliloy, del Instituto Lomonosov de Moscú, ha contado el número de neuronas que forman el sistema nervioso completo de una Megaphragma mymaripenne y ha encontrado que son 7.400. Para que se hagan una idea, una abeja común tiene del orden de 850.000, así que, cuando la necesidad obliga, la naturaleza sabe ajustar muy bien las cuentas. Aun así, 7.400 neuronas exigen su espacio y en la avispilla no parece haber mucho, así que la evolución ha dado un paso más en el proceso de miniaturización: Poliloy ha descubierto, además, que el 95 por ciento de las neuronas de la diminuta avispa no tiene núcleo, algo realmente poco común en este tipo de células. A medida que el animal va creciendo desde su estado de larva hasta el de adulto, la avispa va reduciendo el tamaño de sus neuronas, a base de eliminar el núcleo, para que puedan empaquetarse mejor en su pequeño cerebro.
A pesar de su pequeñez, la Megaphragma mymaripenne no es el insecto más pequeño que existe. En el ranking de insectos casi microscópicos aún hay dos más que le ganan. Ambos son avispas, uno es Megaphragma caribea, que mide 170 milésimas de milímetro, y, en el primer puesto, se sitúa otra avispa parásita – Dicopomorpha echmepterygis- cuyos machos, ciegos y sin alas, miden 139 milésimas de milímetro. Son tan pequeños que varios de ellos podrían bailar, holgadamente, sobre la cabeza de un alfiler.
En este programa, D. José Rafael Esteban Durán, investigador del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), habla de los comportamientos sorprendentes de varias especies de insectos.
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