Desde abril de 1995, el profesor Ulises nos ha ido contando los fundamentos de la ciencia. Inspirado por las aventuras de su ilustre antepasado, el protagonista de la Odisea, la voz de Ulises nos invita a visitar mundos fascinantes, sólo comprendidos a la luz de los avances científicos. Con un lenguaje sencillo pero de forma rigurosa, quincenalmente nos cuenta una historia. Un guión de Ángel Rodríguez Lozano.
Las leónidas pasaron sin pena ni gloria, al menos para los que, como Ulises y yo, tuvimos la desgracia de esperarlas bajo cielos cargados de nubes. Sin embargo, aunque las estrellas fugaces nos nieguen el espectáculo y las nubes se empeñen en destrozarnos la ilusión, lo cierto es que, para disfrutar del cielo, sólo hace falta una pizca de imaginación. Ulises nos lo demuestra hoy soñando con las Pléyades y aquí les invitamos a visitar un lugar no menos fascinante: el hermoso conglomerado de estrellas denominado Trumpler 14, recientemente fotografiado desde el Observatorio Europeo Austral.
Las estrellas son soles lejanos que se agrupan en enjambres cósmicos grandes y pequeños. La Vía Láctea agrupa a cientos de miles de millones de estrellas distribuidas de forma desigual, en algunos puntos, como éste en el que vivimos, las estrellas están muy distantes, pero en otros se agrupan de tal manera que, si viviéramos allí, miles de soles diminutos desterrarían para siempre las sombras de la noche y el cielo azul estaría permanentemente adornado por cientos de estrellas durante el día.
En el firmamento austral, visible al ojo desnudo, se encuentra una fabulosa fábrica de estrellas conocida como “Nebulosa Carina”. Inmersas en una impresionante nube de polvo y gas, las estrellas nacen con sorprendente rapidez, algunas, enormes, dilapidan el combustible nuclear y se preparan para una muerte prematura, otras, más pequeñas, inician una larga vida de miles de millones de años. Allí habitan tres de las estrellas más brillantes de nuestra galaxia, cada una de ellas millones de veces más luminosa que el Sol. La más famosa es Eta Carinae, descubierta en 1677 por Edmund Halley , se trata de un desconcertante astro que, desde entonces, ha fascinado a los astrónomos con sus inesperados cambios de brillo.
En una pequeña región de la Nebulosa Carina se encuentra el cúmulo estelar Trumpler 14. Allí se hacinan un sorprendente número de estrellas jovencísimas, con tamaños que oscilan entre la décima parte de la masa del Sol y varias decenas de veces más masivas que él. Todas las estrellas del cúmulo están prácticamente recién nacidas, son bebés estelares de 500.000 años, y se encuentran tan cerca unas a otras que en el espacio que separa al Sol de su estrella más próxima cabrían más de mil . ¡Cómo debe ser la visión de ese firmamento cargado con miles de brillantes soles!
Cuando el equipo de astrónomos dirigido por Huges Sana enfocó hacia Trumpler 14 el VLT (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral, la luz del cúmulo llevaba ya 8.000 años viajando imperturbada por el espacio interestelar. Al llegar a la Tierra, la atmósfera, como siempre hace, para disfrute de poetas y desesperación de astrónomos, entrelazó caprichosamente los rayos luminosos e hizo titilar a las estrellas. Gracias a un modernísimo instrumento, denominado MAD (Multi-conjugate Adaptive optics Demonstrator), los espejos del telescopio fueron deformados ligeramente para contrarrestar el empeño de la atmósfera por emborronar las imágenes. Así fue cómo Sana y su equipo lograron sacar, con una nitidez sin precedentes, la fotografía de familia del cúmulo estelar Trumpler 14 .
Los astrónomos han identificado más de 2.000 estrellas en la imagen de Trumpler 14, entre ellas, destaca una, la súper gigante HD 93129A. No sólo es 80 veces más masiva que el Sol sino que, además, tiene una compañera más brillante y masiva que el astro rey. Unas pocas estrellas anaranjadas contrastan con las brillantes azules del cúmulo estelar. No pertenecen al cúmulo, realmente están situadas detrás, pero sus rayos, al atravesar las nubes de polvo y gas, han perdido el color azul en el camino.
La imagen del cúmulo Trumpler 14 tiene una nitidez jamás alcanzada con telescopios situados sobre la superficie terrestre. Los nuevos instrumentos, como MAD, basados en la óptica adaptativa, están permitiendo superar las frustraciones de los astrónomos por el titilar de las estrellas y nos hacen soñar con extraños mundos lejanos y firmamentos cargados de brillantes soles.
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