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Desde pequeños hemos aprendido, al menos así me lo ensañaban a mí, que los ríos son corrientes de agua que van a desembocar al mar. Esa simple definición da cuenta de la importancia que tiene la desembocadura de un río, porque allí, en el encuentro entre dos aguas de distinta naturaleza, es donde el río muere. Lo que no llegamos a estudiar, o si lo hicimos pasamos de puntillas, fue la variedad de estuarios que existen y los fenómenos físicos que tienen lugar cuando el agua dulce de un río se encuentra con el agua salada del mar. Entender cómo se combinan todas las variables que intervienen en la desembocadura es fundamental para calibrar los cambios que tienen lugar en el entorno de un estuario, ya sean motivados por causas naturales o artificiales. Nuestro invitado de hoy, Manuel Díez Minguito, habla los fundamentos de los estuarios.
¿Puede haber empresa más osada que viajar al núcleo de una estrella? ¿Quién podría soportar temperaturas capaces de desnudar los átomos de sus electrones, presiones que le dejarían reducido al volumen de un azucarillo y fuerzas de marea que lo convertirían en un mísero espagueti cósmico? A pesar de todos esos inconvenientes, hay personas que lo hacen ¡cada día! Son investigadores que, sin moverse de casa, viajan miles, incluso millones de años luz para sumergirse, sin miedo, en el interior de estrellas mucho más grandes y masivas que la nuestra. A estos imaginativos trotamundos pertenecen Antonio Claret y Guillermo Torres. Ambos acaban de publicar un artículo científico en The Astrophysical Journal que describe fenómenos que suceden en el núcleo de las estrellas masivas. Antonio Claret, investigador del IAA, explica el contenido de la investigación en este capítulo de Hablando con Científicos.
Comprender cómo es un estuario es un reto impresionante. Requiere la recopilación de infinidad de datos a lo largo de grandes periodos de tiempo y la utilización de modelos físico-matemáticos capaces de encerrar, en unas pocas ecuaciones, los secretos del comportamiento del choque del agua dulce del río con el agua salada del mar. Después, cuando las condiciones cambian, ya sean cambios debidos a fenómenos naturales o por la acción del ser humano, esos modelos pueden proporcionar una información de enorme valor que permita prever las consecuencias. Hoy Manuel Díez Minguito, Investigador en el Grupo de Dinámica de Flujos Ambientales del Centro Andaluz de Medio Ambiente de la Universidad de Granada., explica cómo se elaboran los modelos que simulan teóricamente el comportamiento de los estuarios.
Una nueva era de la observación astronómica está a cerca de comenzar gracias al Telescopio Espacial James Webb (JWST). Si todo sale como está previsto, el próximo año partirá a bordo de un Ariane 5 hasta su lugar de observación, en el punto Lagrange 2, situado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Una vez allí desplegará su espejo segmentado de 6,5 metros, a la sombra de un sofisticado paraguas que lo protegerá de la luz solar, y comenzará a escudriñar el Universo en el infrarrojo. El JWST llevará cuatro instrumentos de observación, uno de ellos es el Instrumento de infrarrojo medio (MIRI), cuyo responsable por parte española en Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), nos visita hoy: David Barrado y Navascués.
EL agua clara y cristalina permite que la luz del Sol penetre sin obstáculos y aporte energía al plancton, algas y plantas que a su vez alimentan a muchas otras criaturas. El agua turbia, en cambio, puede reducir drásticamente el paso de la luz generando un entorno radicalmente distinto. Según estudios recientes, las aguas de algunos estuarios muestran un estado extremadamente turbio caracterizado por concentraciones de varios gramos de sedimento por litro de agua ¿Por qué suceden esos estados hiper-turbios? ¿Qué mecanismos los alimentan y qué consecuencias tiene para el entorno que rodea al estuario? Manuel Díez Minguito, investigador en el Grupo de Dinámica de Flujos Ambientales del Centro Andaluz de Medio Ambiente responde a las preguntas.
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