El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Recordar es mucho más que revivir el pasado porque, al fin y al cabo, casi cualquier acto de nuestras vidas, sea pasado o futuro, está ligado a lo recuerdos que hemos logrado conservar en la memoria.
Escribiendo estas palabras, mis dedos van recorriendo el teclado del ordenador porque, aunque yo no sea consciente de ello, en algún recóndito lugar de mi cerebro tengo almacenada la información del lugar en el que se encuentra cada tecla, la letra asociada a ella y los dedos con los que debo presionarlas en secuencia. Mientras escribo sin mirar al teclado, mis ojos recorren la pantalla, mi cerebro identifica las letras que se encadenan formando palabras, palabras que en otro lugar de mi mente se asocia a un significado. El tacto con las teclas, los sonidos, los olores y los recuerdos de aquellos momentos que viví y que, sin saber por qué, mi cerebro evoca se van mezclando en una maraña indescriptible.
Recuerdo una entrevista anterior en la que nuestra invitada de hoy, Mónica Muñoz López, hablaba de las distintas clases de memoria y de cómo los científicos buscan los sinuesos caminos por los que éstas se distribuyen y conectan en las diferentes zonas del cerebro. Mónica, lo recuerdo, era entonces profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha, pero ahora imparte clases de anatomía el College of Medical, Veterinary & Life Sciences de la Universidad de Glasgow, en el Reino Unido.
Mónica mencionó en aquel programa que la memoria se clasifica en sensorial, memoria operativa a corto plazo y memoria a largo plazo. La memoria sensorial, a la que va dedicada el programa de hoy, es aquella ligada a los sentidos. Se trata de una memoria de muy corta duración, apenas unos milisegundos, porque, salvo que la sensación recibida sea realmente relevante, debemos olvidarla para que la extraordinaria cantidad de sensaciones que llegan a nosotros no saturen nuestra capacidad cerebral, dejándonos paralizados.
Habló, también, de la memoria operativa a corto plazo, aquella que dura unos minutos y nos permite recordar los hechos con tiempo suficiente como para, por ejemplo, encontrar el lugar en el que hemos aparcado nuestro coche después de hacer la compra. Estos recuerdos son borrados para que la próxima vez, al aparcar en otro sitio, no nos volvamos locos buscando entre miles de recuerdos pasados.Frente a la memoria a corto plazo, Mónica habló de la memoria a largo plazo, esa que requiere un esfuerzo de consolidación, pero que nos permite vivir porque, de lo contrario, seríamos seres sin pasado. La memoria a largo plazo se ocupa de almacenar lo aprendido y de grabar episodios relevantes de nuestras vidas. Todos sabemos lo que cuesta aprender. Aprendemos a hablar, a montar en bicicleta, a escribir a máquina o a tocar un instrumento. Pero de nada serviría si, en un momento dado, no fuéramos capaces de recordar lo aprendido ¿Cómo podría yo comunicarme con vosotros si tuviera que aprender la posición de las letras en el teclado, de nuevo, cada vez que fuera a escribir algo? Permitidme que personalice un poco más. Yo toco el trombón, soy un músico pésimo, pero voy mejorando, poco a poco, porque gracias a mi memoria a largo plazo recuerdo las posiciones de la vara y la presión adecuada del aire y los labios en la boquilla asociadas a cada nota. Si tuviera que aprender todo eso cada vez que fuera a interpretar una partitura, moriría de desesperación.
Hay otro tipo de memoria a largo plazo, la memoria episódica, que es aquella que nos permite hacer una representación mental de un acontecimiento del pasado como si de una película se tratara. Ésta almacena, no solamente aquello que pasó, sino dónde y cuándo sucedió. De esa manera la memoria nos permite tener una biografía y planificar el futuro.
Hoy, nuestra invitada habla del tipo de memoria ligada a los sonidos: la memoria auditiva. Forma parte de la memoria sensorial y se desvanece enseguida, apenas dura unos milisegundos. Recordar un sonido no es fácil porque nuestro cerebro no ofrece una única sensación sino una mezcla de sensaciones. Si intentamos recordar el sonido de unas llaves no podemos evitar que nuestro cerebro nos ofrezca la imagen asociada al sonido que intentamos recordar. Así, el sonido, la imagen y otras sensaciones se mezclan en nuestro cerebro sin poder separarlas. El trabajo de Mónica en este campo la llevó a estudiar las proyecciones, es decir, las conexiones y las áreas del cerebro que se activan durante la memoria auditiva.
Os invito a escuchar a Mónica muñoz López, profesora en excedencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha y profesora de anatomía en el College of Medical, Veterinary & Life Sciences de la Universidad de Glasgow, en el Reino Unido.
REFERENCIAS:
El cerebro desmemoriado. Hablamos con Mónica Muñoz López
Muñoz-López et al. Anatomical Pathways for Auditory Memory in Primates. Front Neuroanat. 2010; 4: 129. doi: 10.3389/fnana.2010.00129 https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2957958/
Muñoz-López et al. Anatomical pathways for auditory memory II: information from rostral superior temporal gyrus to dorsolateral temporal pole and medial temporal cortex. Front Neurosci. 2015 May 18;9:158. doi: 10.3389/fnins.2015.00158.
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