El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
Resulta escalofriante pensar cómo un acontecimiento puntual y catastrófico puede cambiar radicalmente la vida en todo el planeta. Han existido varios acontecimientos de ese tipo a lo largo de la historia, pero el más conocido y reciente tuvo lugar hace unos 66 millones de años. En aquella ocasión, un asteroide o cometa de más de una decena de kilómetros de diámetro chocó con la Tierra con tal violencia que se llevó por delante al 75% de todos los seres vivos terrestres. El choque tuvo lugar en la península de Yucatán y las consecuencias inmediatas las hemos descrito con detalle en este programa de Vanguardia de la Ciencia.
Unas horas antes del impacto, la región estaba cubierta de bosques tropicales por las que deambulaba una enorme variedad de criaturas, entre ellas una gran variedad de especies de dinosaurios. Pocas horas después, en miles de kilómetros alrededor, solo quedaba destrucción y muerte. Las consecuencias del choque se extendieron por todo el planeta y muchas especies, pertenecientes al reino animal y vegetal desaparecieron para siempre. Pero aquel día marcó, a la vez, el comienzo de una nueva era, las especies supervivientes iniciaron un lento progreso y poco a poco, a lo largo de varios millones de años, lograron recuperar el espacio perdido y diversificarse poblando de nuevo todo el planeta.
El impacto marcó un antes y un después en los ecosistemas terrestres, especialmente en los grandes bosques tropicales. Un equipo de científicos, entre los que se encuentra nuestro invitado, el investigador colombiano Carlos Jaramillo, ha llevado a cabo un análisis del polen fósil y las hojas de las plantas que poblaron los bosques tropicales antes y después del impacto y ha descubierto cómo los antiguos bosques abiertos, poblados de dinosaurios, desaparecieron y fueron sustituidos por las selvas tropicales cerradas que han llegado hasta nuestros días.
Los resultados de la investigación han sido publicados recientemente en Science, en un artículo firmado, entre otros, por Mónica Carvalho y Carlos Jaramillo, que lleva por título: Extinción al final del Cretácico y el origen de las selvas neotropicales modernas
Carlos Jaramillo describe durante la entrevista cómo estudiaron los cambios sufridos por la vegetación antes y después del impacto. Los investigadores recogieron muestras de polen fósil de 39 localizaciones distintas que ayudaron a identificar los diferentes taxones de plantas existentes en aquella época. A los datos del polen fósil, los investigadores unieron miles de fósiles de hojas, plantas y animales recogidos en Colombia. El análisis revela que las selvas tropicales del Cretácico tardío, antes de la catástrofe, se caracterizaban por tener una población arbórea densa, pero con grandes claros por los que penetraba la luz hasta el suelo, allí las plantas sin flores (gimnospermas) como araucarias, coníferas o ginkos tenían un gran protagonismo y compartían el espacio con las plantas con flores (angiospermas). Después de la catástrofe, durante el Paleoceno, se produjo un cambio y fueron las angiospermas las que dominaron las selvas tropicales, como sucede en la actualidad. Nacieron así las grandes agrupaciones arbóreas en las que las copas de los árboles se unen unas a otras creando un dosel cerrado, es decir, una cubierta vegetal en altura que no deja deja pasar la luz del Sol hasta la superficie.
La recuperación, sin embargo, no fue inmediata, transcurrieron al menos seis millones de años antes de que los bosques recuperaran la diversidad biológica perdida en aquel día terrible en el que la Tierra fue golpeada por un asteroide en Chicxulub.
Os invitamos a escuchar a Carlos Jaramillo, investigador en el Smithsonian Tropical Research Institute, Panama, y en el Departamento de Geología, Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca.
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