El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.
El 19 de septiembre de 2021, en la isla canaria de La Palma, la tierra se abrió en la zona conocida como Cabeza de Vaca y de la fisura emergió una densa nube de humo y cenizas. Así fue el nacimiento de un nuevo volcán que ha mostrado sus dos caras, una marcada por el asombro ante el fenómeno extraordinario de la naturaleza y otra, marcada por la desgracia, para los habitantes que han visto como la lava, imparable, destruía sus viviendas y cultivos.
Los días anteriores a la erupción, un enjambre de movimientos sísmicos de pequeña magnitud, con epicentros cada vez más cercanos a la superficie, unido a la elevación del terreno y otros signos premonitores, había puesto en alerta a los científicos y a los sistemas de emergencia de la isla. La ciencia estaba presente con investigadores expertos en diversas disciplinas y con toda la parafernalia de sismómetros, inclinómetros, estaciones GPS, medidores de gases, drones y observaciones con satélites. Carmen López Moreno, investigadora del IGN, nos lo cuenta hoy en Hablando con Científicos.
Las Islas Canarias, como sucede en otros archipiélagos, como Hawái, son producto de la actividad volcánica. Sin las erupciones que se han ido sucediendo durante los últimos 30 millones de años, no existirían. Estas islas se encuentran en medio del Atlántico, sobre un lugar donde no existe un choque de placas tectónicas. La energía que las crea procede de las profundidades, bajo la corteza de roca que forma el fondo oceánico. En ese lugar, por razones que se desconocen, el manto terrestre ha encontrado una debilidad, un “punto caliente”, dicen los científicos, que le permite inyectar bolsas de magma fundido que se abre camino entre la roca hasta la superficie. Sobre esos puntos calientes se forman volcanes que, en el caso de las Islas Canarias, han ido creciendo en tamaño hasta alcanzar y superar la superficie del océano.
Sabemos que, aproximadamente en el centro del Atlántico, dos enormes placas tectónicas se están separando poco a poco, apenas dos centímetros y medio por año. En el lugar de separación el magma del interior de la Tierra emerge formando una cadena de volcanes submarinos que recorre el Océano de Norte a sur en la llamada dorsal oceánica. La placa Sudamericana se mueve hacia el Oeste y la placa africana hacia el Este. El fondo oceánico se va deslizando por encima del punto caliente de las Canarias y se generan volcanes cuyas erupciones, repartidas a lo largo de decenas de millones de años, han ido creando un rosario de islas.
La Palma, junto a El Hierro, son las islas volcánicas más jóvenes del archipiélago canario, las últimas que han sido creadas, y también son las que han sufrido una actividad volcánica más reciente. En el Hierro tuvo lugar una erupción submarina en 2011, de la cual hablamos con nuestra invitada, Carmen López Moreno, investigadora del Instituto Geográfico Nacional, en el programa titulado Volcanes, ventanas al interior de la Tierra. Ya en aquel programa, publicado el 22 de julio de 2021, Carmen me comentó desde hacía tiempo se estaban detectando en la Palma movimientos que sugerían que algo se estaba “cociendo” bajo la superficie.
Carmen cuenta cómo la sismicidad permitió detectar el ascenso del magma y hacer un seguimiento de su movimiento a medida que se abría camino hacia la superficie. A medida que va migrando, el magma aumenta la presión sobre las rocas que lo rodean y las fractura, en el proceso se producen ondas sísmicas que, al llegar a la superficie, son detectadas por los sismómetros de la red sísmica establecida por toda la isla. El estudio de esos terremotos permite calcular la profundidad del epicentro y monitorear el avance del magma.
El 11 de septiembre, el magma abrió una grieta en la superficie de la isla. A través de ella surgió una nube de gas y cenizas, seguida de un flujo de lava que comenzó buscar camino descendiendo hacia el océano. El hecho de que la apertura fuera a través de una grieta da al volcán el carácter de “fisural” y su comportamiento, con continuas explosiones de gas que lanzan enormes cantidades de cenizas y material piroclástico, lo identifica como “estromboliano”.
Os invito a escuchar a Carmen López Moreno, Directora del Observatorio Geofísico Central del Instituto Geográfico Nacional.
Podéis acceder a información sobre el volcán de la Palma en la web del Instituto Geográfico Nacional
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