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El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.

El sabio condenado. Alan Turing (II)

Tertulia sobre Alan Turing(II) - Hablando con Científicos - Cienciaes.com

Les invito a escuchar la segunda tertulia de ciencies.com dedicada a conmemorar el primer centenario del nacimiento de Alan Turing.

Durante el último programa, titulado ¿Máquinas inteligentes? Centenario de Alan Turing hablamos de la obra del padre de la computación moderna y de la Inteligencia artificial. Hoy analizaremos dos aspectos de su vida que demuestran cómo la sociedad puede encumbrar a las personas, convirtiéndolas en héroes, para después hundirlas en el pozo de la ignominia. Turing fue un matemático brillante, filósofo, y genial diseñador de los principios básicos que rigen los ordenadores y la inteligencia artificial. Además de todo eso, fue condecorado como héroe de la Segunda Guerra Mundial por su decidida aportación a la ruptura de los códigos secretos alemanes, considerados inviolables gracias a la máquina Enigma. Sin embargo, aquella aportación que tanto benefició a su país no impidió que fuera acusado, juzgado y condenado por, ahora avergüenza decirlo, por ser homosexual. La demencial condena impuesta por la justicia británica fue tan terrible para él que puso fin a su vida mordiendo una manzana envenenada.

Retazos de su vida

Alan Turing fue un ser de carácter extraordinario. Poseía una inteligencia especialmente dotada para las ideas abstractas, que alimentaba con una prodigiosa imaginación. Aquello le llevó a desarrollar, desde niño, un instintivo interés por las matemáticas. En la escuela, cuando sus compañeros estaban aún aprendiendo las cuatro reglas, él ocupaba el tiempo con intrincados dilemas numéricos que desbordaban a los mismos profesores, incapaces de seguir su línea de pensamiento. Aquella manía se acentuó aún más cuando ingresó en la Universidad para cursar la carrera de Ciencias Exactas.

Fue el pionero de la teoría informática, lo que no quiere decir que fuera el precursor de los ingenios de cálculo. Fue el primero en idear, de forma abstracta, las partes fundamentales que hoy día componen todos los ordenadores. En 1937, publicó un trabajo en el que describía punto por punto los conceptos teóricos de una máquina ideal; un artilugio hipotético, que estaba programado para interpretar y obedecer una serie de símbolos taladrados en una cinta infinita de papel.

A los 27 años fue llamado a filas para luchar por el Reino Unido en la II Guerra Mundial . Por fortuna, las autoridades británicas supieron valorar el extraordinario talento de Alan y no lo enviaron al frente. Fue destinado a los Servicios de Inteligencia, donde se le encomendó la misión de descifrar los mensajes secretos del enemigo. Fue él quien desarrolló la compleja lógica necesaria para desbaratar el legendario código ENIGMA, utilizado por los alemanes.

Al terminar la guerra Alan Turing formó parte del equipo que trabajaba en el proyecto más ambicioso de la época: una computadora digital, denominada ACE instalada en el Laboratorio Nacional de Física, en Londres. No consiguió su sueño y, harto de los impedimentos oficiales de Londres, aceptó un puesto en la Universidad de Manchester, donde consagraba todo su tiempo libre al deporte. Debía estar en plena forma, pues ganó el campeonato de las 3 y 10 millas de su Club y en la Maratón del 47 quedó en un muy decoroso quinto puesto. Tanta afición le tomó a las carreras que empezó a prescindir del transporte público y en una ocasión no le importó recorrerse 20 kilómetros para llegar, exhausto y sudoroso, a una Conferencia de mucho postín.

Alan jamás ocultó su homosexualidad y, aunque tampoco hizo de ella motivo de alarde, sus numerosos enemigos encontraron la excusa perfecta para castigar su arrogancia. Hace 60 años, la homosexualidad en Gran Bretaña estaba aún clasificada como delito y Alan Turing tuvo que responder ante la ley. En 1952, un Tribunal lo juzgó por “comportamiento antinatural” y le impuso una condena disparatada: a cambio de eximirle de la cárcel le obligó a tomar hormonas femeninas que trastornaron su estado físico y mental. Incapaz de soportar el cambio corporal que le produjeron los productos químicos que le obligaban a tomar, eligió una noche de junio para morder una manzana previamente impregnada con cianuro. Contaba con 41 años. Un montón de ideas murieron con él.

Cien años después de su nacimiento, Alan Turing aún no ha sido rehabilitado totalmente. Aunque en 2009 el Primer Ministro Gordon Brown, en nombre del gobierno británico pidió públicamente perdón por la forma en la que fue tratado Alan Turing, recientemente, el David Cameron ha denegado el perdón formal por su condena por ser homosexual. Según palabras del Ministro de Justicia, Tom McNally, Turing “debía saber” que estaba cometiendo un delito contra la ley establecida en su tiempo. ¡Cuántos muertos a lo largo de la historia se justifican con este razonamiento!

Participan en la tertulia:

Fernando Cuartero, Catedrático de Informática en la E.S. de Ingeniería Informática de Albacete, Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Sobre Turing, Fernando Cuartero ha escrito un artículo que les invitamos a leer: Pueden pensar las máquinas

Jorge Laborda, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Medicina de Albacete, Universidad de Castilla – La Mancha y autor del podcast Quilo de Ciencia

Antonio Claret, Astrofísico teórico en el Instituto de Astrofísica de Andalucía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Y Ángel Rodríguez Lozano, Físico, divulgador científico y creador de Cienciaes.com.

MÁS INFORMACIÓN SOBRE TURING.

Hablando con Científicos ¿Máquinas inteligentes? Centenario de Alan Turing

Biografía de Alan Turing en el podcast de Ciencia y Genios: ¿Tienen inteligencia las máquinas? Alan Turing

Artículos de Fernando Cuartero en el blog Hablando de Ciencia

¿Pueden Pensar las Máquinas? Alan M. Turing

Bletchley Park y la máquina Enigma. Alan M. Turing II


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