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El conocimiento científico crece gracias a la labor de miles de personas que se esfuerzan, hasta el agotamiento, por encontrar respuestas a los enigmas que plantea la Naturaleza. En cada programa un científico conversa con Ángel Rodríguez Lozano y abre para nosotros las puertas de un campo del conocimiento.

La Astronomía antes del telescopio. Hablamos con Pere Planesas.

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Vivimos en entornos vibrantes de luz que nos permiten movernos con seguridad cada noche pero que, como consecuencia, producen un efecto cegador que nos impide disfrutar de la visión del firmamento en toda su grandeza. Caminar bajo el cielo estrellado, en un lugar alejado de la contaminación luminosa es ahora una experiencia tan deslumbradora como escasa. Como contrapartida, unos pocos privilegiados cuentan con artilugios que permiten observar el cielo con una profundidad y nitidez jamás alcanzada. Toda una paradoja.

No era así en los tiempos antiguos, aquellos en los que no había fuentes de luz artificial que cegaran la visión del cielo nocturno ni telescopios que facilitaran visiones inalcanzables para el ojo desnudo. En aquellos tiempos, no tan lejanos, cada noche despejada ofrecía un espectáculo tan sobrecogedor que empequeñecía los corazones de cualquier ser humano que elevara su vista al cielo. Hasta entonces viajamos hoy, de la mano del investigador Pere Planesas, para conocer los inicios de la Astronomía.

Pere Planesas comienza su recorrido histórico en el paleolítico, una época en la que los seres humanos apenas eran capaces de elaborar toscas herramientas de piedra. Es difícil saber hasta qué punto aquellos seres primitivos llegaron a conocer los movimientos de los astros porque, al no haber descubierto la escritura, tan sólo dejaron sus huellas en dibujos de difícil interpretación de algunas cuevas que habitaron.

Las cosas debieron cambiar durante el neolítico, hace menos de 12.000 años, cuando los seres humanos comenzaron a labrar la tierra y a crear asentamientos estables. Entonces el cielo se convirtió en un aliado que les señalaba el momento de sembrar y recoger la cosecha, les indicaba cuándo se acercaba el tiempo frío o se producían ciertas migraciones de animales que proporcionaban un caza abundante. Así fue como los seres humanos comenzaron a ver regularidades el cielo que parecían conectadas con sucesos en la tierra y la observación se convirtió en un conocimiento que fue pasando de padres a hijos, formando las raíces de toda una ciencia: La Astronomía. Aquellos lejanos ancestros no dejaron constancia de sus conocimientos de forma clara, pero sí nos legaron monumentos de piedra, algunos de los cuales tienen orientaciones o forman figuras que sugieren que su construcción estuvo ligada a acontecimientos astronómicos concretos, como los solsticios.

Aquellos primeros tiempos fueron el punto de partida del que surgieron sociedades y civilizaciones que, tras desarrollar la escritura, dejaron constancia de sus conocimientos. Gracias a esos escritos, grabados en tablas de arcilla, sabemos cómo era la forma de vida y los conocimientos astronómicos de los pueblos que habitaron Mesopotamia. En sus interpretaciones astronómicas no faltan asociaciones curiosas con quehaceres cotidianos, así, los Sumerios asimilaban los movimientos de los astros con rebaños de ovejas domesticadas y a los planetas, que se mueven entre las estrellas, como ovejas salvajes. Por supuesto todo lo relacionado con el cielo tenía para aquellos pueblos su reflejo y relación con lo que sucedía en la Tierra y se interpretaba de muy distintas formas, unas ligadas a la religión y otras al poder o a las relaciones sociales.

Los Egipcios utilizaron la astronomía para coordinar un calendario compatible con las crecidas de Nilo y las labores de agricultura ligadas a él, pero, como el material base para su escritura era el papiro, un material biodegradable, la mayor parte se su conocimiento se perdió. No obstante, una parte perdura en las inscripciones que grabaron el los templos y tumbas. Los egipcios fueron los primeros en establecer la duración del año en 365 días y el día de 24 horas.

No es mi intención reflejar aquí todo lo que Pere Planesas cuenta a lo largo de la entrevista, tan sólo unas pinceladas. Así, nuestro invitado continúa la historia de la Astronomía con la Grecia clásica, donde la ciencia astronómica floreció gracias a dos nuevos factores: el desarrollo de la geometría y una forma de pensamiento que veía a los astros como fenómeno de entidad física y no como la manifestación real y caprichosa de los dioses. Gracias a las conquistas de Alejandro Magno, los astrónomos griegos, entre los que destaca Hiparco de Nicea, aprendieron los conocimientos de Mesopotamia y Egipto y los ampliaron con la ayuda de la geometría. Así llegaron a la conclusión de que la Tierra era una esfera, que la luz de la Luna era un reflejo de la del Sol, imaginaron las estrellas y los planetas sujetos a esferas celestes, etc.

La culminación de estos avances llegó en la época romana, en Alejandría, donde Claudio Ptolomeo escribió el Almagesto, un compendio de toda la astronomía de la época hasta el siglo II. Los conocimientos se complementaron con el desarrollo de nuevos instrumentos, como el astrolabio, que revolucionó la forma de observar y medir los datos astronómicos. Los romanos mostraron un interés de la astronomía que se centraba en la aplicación a las técnicas de navegación, la arquitectura y los presagios.

Tras la época romana, el Islam tomó el relevo. Ellos fueron los que heredaron, adoptaron, innovaron y transmitieron los conocimientos de astronomía. Los astrónomos del Islam fijaron en el desarrollo del calendario y la medición del tiempo, construyeron los primeros observatorios astronómicos modernos, con toda la infraestructura necesaria para la observación, la enseñanza y la recopilación de conocimientos y desarrollaron las matemáticas. Destaca Al-Juarismi, un astrónomo del siglo VIII, a quien se atribuye el desarrollo del álgebra y el sistema de numeración actual. Los astrónomos árabes, pusieron en cuestión algunos de los conocimientos transmitidos por los antiguos, corrigieron muchos de sus errores, elaboraron tablas astronómicas mucho más precisas, y mejoraron la instrumentación. Destaca Azarquiel, cuya biografía ofrecemos aquí.

Pere Planesas no se limita a hablar de la astronomía occidental durante la entrevista, comenta también los conocimientos desarrollados por otras civilizaciones como la china o la india, cuyos conocimientos tuvieron una conexión con los de las civilizaciones occidentales especialmente tras las conquistas de Alejandro Magno.

En América, la civilización maya destacó de manera especial gracias al uso de la escritura y alcanzó un gran nivel a pesar de no tener conexión alguna con otras civilizaciones como sucedió en el resto del mundo.

Todos los conocimientos astronómicos tuvieron un punto de inflexión en el siglo XVI, cuando Europa comenzó a recuperar y desarrollar los conocimientos transmitidos por los árabes, griegos, romanos y el resto de las culturas. Entonces surgieron personajes como Copérnico, Ticho Brahe o Kepler que abrieron el camino a la nueva visión del Universo, una visión que fue corroborada y ampliada después gracias al invento más revolucionario de la historia de la astronomía: el telescopio desarrollado por Galileo Galilei.

Os invita a escuchar a Pere Planesas, doctor en física, trabajó en el Observatorio Astronómico Nacional, participó en la construcción del instrumento HIFI del Observatorio Espacial Herschel y en el puesta en marcha del observatorio ALMA, en Chile.

Pere Planesas participó en el ciclo de conferencias organizado para celebrar el 150 aniversario del Instituto Geográfico Nacional con una charla que llevó por título “¡Qué pequeño es el mundo! La Astronomía pretelescópica.”

Otros programas:
Escuchando la Radio Cósmica. Hablamos con Pere Planesas


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